*El camino de Monreal
*Ecumenismo político de Rafa Espino
*Nadie echó de menos a Loera
*Ariadna, la solitaria del SUNION
Entre los aspirantes presidenciales, ninguno ha interpretado mejor el momento político del país que Ricardo Monreal. Se mueve como actor estelar en la obra mil veces ensayada ante un público exigente, memorizando como nerd en universidad fifí puntos, comas y acentuaciones del libreto, gesticulando con la naturalidad de niño sonriente a la primer provocación de su madre. Está en el momento y el lugar adecuados, como si la política hubiese ido a él, no él a la política.
Su lectura de López Obrador ha sido tan acertada que lo mantiene callado, pese a las múltiples expresiones de insumisión y recientes coqueteos descarados con la oposición; sincronizó el manejo de los tiempos con los acontecimientos políticos, más que con el calendario electoral, sin caer en vulgares actos anticipados de campaña; y recogió e hizo suya la narrativa ciudadana de la unidad nacional, contrastándola con la polarización alentada desde la tribuna matutina de Palacio Nacional. lleva sus proyecto por nota.
En cuanto advirtió que López Obrador dio por buena la versión de que confabuló para que la oposición rescatase espacios en Ciudad de México, partiéndola en dos, Monreal comprendió que su camino en Morena estaba cancelado, en un régimen de voluntad única nadie prospera distanciado del supremo. Pero también supo que ganó respeto, pues el presidente contuvo a las hordas de radicales que pedían su cabeza de coordinador. Desde entonces se dedicó a estirar la liga progresivamente, hasta llegar al distanciamiento casi total en que hoy está.
En política no hay verdades absolutas ni enemigos eternos, mientras sea integrante de Morena existe alguna posibilidad de ser beneficiario de la voluntad presidencial expresada en forma de encuesta, un rayo podría caer sobre López Obrador y hacerlo reconsiderar la decisión que parece tomada, nunca se sabe. Tampoco hay ingenuos, Monreal sabe que esa posibilidad es poco menos que marginal y se agota con cada día trascurrido. En consecuencia tiene claro que su futuro ya no está en Morena, está en consolidar una oposición que dé viabilidad a sus aspiraciones, circunstancia que lo lleva a dos preguntas ineludibles que seguramente martillean en su cabeza: ¿Cuándo y cómo romper?.
Estas son ahora las preguntas más importantes que debe responderse el senador zacatecano antes de dar el paso definitivo a la independencia, lo que nos lleva a la esencia de la política: tiempo y forma, la vieja enseñanza de Atlacomulco. En cuanto Monreal rompa, dudo que lo corran, caerá sobre él un alud de golpes como nunca en su vida política había recibido, su salida del PRI será juego de niños comparado con lo que suceda cuando se atreva a traicionar al tlatoani, al líder amadísimo sin cuya voluntad no se mueve ni el más humilde de los súbditos.
Pero cada golpe que reciba de sus antiguos –para entonces lo serían- compañeros de partido, cada vez que la UIF hurga entre sus finanzas personales y cada vez que Layda Sansores o el tirador de turno habilitado por Palacio esparzan veneno intentando frenarlo, recibirá un impulso igual o mayor de la sociedad que sentirá como bálsamo vivificante. Compensará los golpes del oficialismo con credibilidad y crecimiento social, consolidando su liderazgo fuera del partido que ayudó a fundar. Fortalecer su imagen como político creíble sería la contraprestación a su osadía idependentista.
¿Cuándo tomar la decisión final de modo que el rendimiento social compense satisfactoriamente el golpeteo recibido? En la misma política está la respuesta, Monreal sabrá calibrarla. Debe moverse sobre dos premisas obvias pero inciertas; necesita romper antes de que empiece a parecer que su rebeldía es pactada con el presidente o su voluntad timorata y antes de que otros aspirantes opositores tomen relevancia, dejándolo atrás. Llegar tarde a la cita con la historia sería un desperdicio de trabajo previo.
Desapegarse del blindaje que proporciona la coordinación y tener certeza de que a donde vaya no será recibido con “pasa Ricardo, pusimos esta alfombra roja para ti”, son fundamentales para tomar una decisión en tiempo. Decirlo es muy sencillo, hacerlo muy complejo, sin embargo Monreal se autodefine como gran negociador, ahora tiene oportunidad de probarse a sí mismo, eligiendo el momento adecuado para dejar el tutelaje del oficialismo amliano e incursionar, otra vez, como candidato de oposición. Es un camino que recorrido 25 años atrás ¿estando en el sexto piso, tiene impulso suficiente para volverlo a recorrer? La respuesta únicamente a él pertenece.
Rompeolas
Rafa Espino hizo gala del ecumenismo político por el que muchos radicales de Morena no lo quieren. A su informe asistieron azules, tricolores, amarillos, clasistas, conservadores fifías y hasta algún par de vendepatrias, mezclados con los ideológicamente puros, ciegos hasta la ignominia e izquierdistas moderados. Estuvo la gobernadora Campos, el rector Rivera, el edil Pérez Cuéllar, Alejandro Domínguez, Jorge Esteban Sandoval, algún par de empresarios, su primo Santiago de la Peña y sí, también Ariadna Montiel y algunos diputados de Morena que arrugaron la frente cuando Monreal ponderó “El Príncipe y la Golondrina”. Rafa ha definido su perfil político, se parece mucho al de la izquierda Fifí y muy poco al que profesan en Palacio Nacional.
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Una pregunta, sólo por mortificar: ¿Alguien echó de menos a Juan Carlos Loera? Absolutamente nadie, el delegado tuvo la descortesía de faltar pensando que también en ausencia se hace presencia, pero resultó ignorado. Si acaso le hizo falta a la secretaria del Bienestar quien, estando en la mesa principal, parecía más sola e incómoda que un beduino rezagado en la caravana de camellos cruzando el Sahara. Durante todo el informe no fue capaz ni siquiera de fingir una sonrisa, sin embargo tenía que venir, Rafa Espino la refaccionó generosamente cuando se internó en la sierra todo un año, previo a la elección del 2018. Por cortesía del hoy senador no le faltó absolutamente nada, pero esos tiempos quedaron atrás, hoy es la matrona del asistencialismo y el dinero es lo que sobra.