Reflexión semanal
En cara a las elecciones del próximo año, los dimes y diretes, las calificaciones y descalificaciones y sacar trapitos al sol, son el pan de cada día entre partidos y políticos intentando ganar ventaja unos sobre otros y una mejor posición en el ánimo de la sociedad en general. Cada uno dice ser el mejor con la promesa de salvar y sacar adelante al país. ¿Cuál será el mejor? ¿Quién será el mejor candidato? Bueno creo que el problema no está en los colores de tal o cual partido. El problema verdadero está en el corazón del ser humano. Mientras el corazón del hombre este lejos de Dios los problemas seguirán siendo los mismos, o peores tal vez. La verdad es que creo que la sociedad ha llegado al hartazgo de promesas sin cumplir y discursos persuasivos como si la sociedad no pudiera pensar por sí misma. Necesitamos políticos que sean más grandes que sus ideas, necesitamos hombres como el rey David, hombres conforme al corazón de Dios “David reinó sobre todo Israel, y administraba justicia y derecho a todo su pueblo” (1 Cro. 18:14) Creo que sólo la Palabra de Dios puede proporcionar un fundamento sólido y valores determinados sobre los que un gobernante y una nación puedan sostenerse y mantenerse firmes para lograr salir adelante.
Lamentablemente, la historia y el testimonio de corrupción y deshonestidad de muchos países y sus políticos, han llevado a la sociedad a la pobreza. Países que cuentan con reservas de petróleo y minerales, cuentan con recursos forestales, marítimos etc. han obligado a sus conciudadanos a emigrar a otros países en busca de una mejor oportunidad de vida para ellos y sus familias, lamentablemente muchos, no pocos, no lo logran y quedan en el camino, aumentado así desgracia a su pobreza. A la luz de los acontecimientos, me imagino que existe una relación muy estrecha entre la corrupción y la pobreza. Los países más corruptos del mundo, según un estudio, están en la triste lista de los menos prósperos.
La otra cara de la moneda son los países que sin contar con grandes reservas naturales, pero la honestidad de la ciudadanía y sus políticos los han colocado entre los países con mejor calidad de vida de sus ciudadanos, en pocas palabras, son países prósperos. La gran mayoría de los países más prósperos y honestos son europeos, o descendientes de europeos. Son países que han puesto su fe y confianza en Dios. Son conocidos como países eminentemente cristianos. Son países que han entendido y practican los valores cristianos. Los valores cristianos son los principios que están fundamentados en la palabra de Dios. Son criterios que nos orientan en nuestras relaciones interpersonales y en los que haceres de la vida cotidiana desde el hogar hasta el gobierno. Son verdades infalibles y prácticas que se encuentran en la Palabra de Dios y pueden ser aplicados en cualquier ámbito de la vida. Por mencionar solo algunos: La ética, el respeto al prójimo, la bondad, la paz, la solidaridad, el amor, la justicia, la responsabilidad, la equidad, la amistad, la libertad, la honestidad, entre muchos más. Entonces preguntémonos ¿Las ideas, propuestas, planes y proyectos de los partidos y políticos tienen estos valores? Pero sobre todo ¿Toman en cuenta a Dios? Pues la biblia dice “Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová…” (Sal.33:12) Una nación que su Dios es Jehová es afortunado y feliz. Que goza de la felicidad plena que es concedida por Dios a quienes ponen su fe y confianza solo en Él. Entonces preguntémonos ahora ¿Nuestra nación es afortunada, es feliz?
Necesitamos políticos que sean como Daniel “Entonces los funcionarios y sátrapas buscaron un motivo para acusar a Daniel con respecto a los asuntos del reino; pero no pudieron encontrar ningún motivo de acusación ni, evidencia alguna de, corrupción, por cuanto él era fiel, y ninguna negligencia ni corrupción podía hallarse en él. (Dan. 6:4)
En cuanto a usted y a mí, ciudadanos comunes, nos corresponde “…Que se hagan plegarias, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes (gobernantes) y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.