Jirones de nuestra historia
Un país que esconde su Historia, por diversos motivos
En México pareciera que la historia es a contentillo, al gusto del grupo gobernante en turno, o al gusto del jerarca o al placer de grupos de poder político, económico, religioso o incluso de la masonería; o tal vez sea que en realidad los mexicanos traemos de manera intrínseca, ya sea por cultura o por genética la costumbre de esconder los hechos que no nos convienen que como sociedad, pueblo y nación se conozcan y que tampoco los conozcamos nosotros mismos.
Ejemplos de historia oculta, escondida, oscura, o como se le quiera llamar hay muchos, el Gobierno Mexicano siempre le ha escondido una parte de la Historia de México a los mexicanos, por así convenir ya sea a los intereses políticos, económicos, religiosos, siempre disfrazados de “intereses nacionales” y tal vez en muchas ocasiones, por así convenir a intereses extranjeros.
Recuerdo muy bien, en 1981 estudiando la carrera de Arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México, me llamó mucho mi atención desde el primer semestre, que los libros de texto eran de autores extranjeros todos ellos; además, de siete materias que cursaba, cuatro maestros eran extranjeros, dos italianos, un gringo y un guatemalteco, solo tres maestros mexicanos. Fiel a mi estilo, tuve la osadía de andar preguntando por qué nuestra historia estaba copada por extranjeros, pareciendo como si alguna entidad extranjera nos dictara nuestra propia historia.
En esa época, como estudiantes tuvimos la oportunidad de un encuentro con el Arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, una de las más grandes figuras de la arqueología mexicana y quien era el Director del Proyecto Templo Mayor, le planteé esa pregunta y él, acariciando su hirsuta barba me respondió desde lo más alto de su soberbia, que si lograba terminar la carrera comenzaría a comprender muchas cosas de la verdadera historia; la misma pregunta hice a mi Maestra de Antropología Social, una mujer muy poco accesible y que rezumaba amargura por todos lados, en su oficina en el Museo Nacional de Antropología e Historia, simplemente me dijo que no tenía yo porque cuestionar la historia oficial.
Pero quien fue la gota que derramó mi muy escasa paciencia fue mi Maestro de Arqueología, el italiano Giovanny Sappio, quien me respondió así, sin rodeos, con el muy sobado dicho de que “la historia la hacemos los vencedores”, a lo que yo, joven, rebelde, respondón y nunca nada dejado le contesté en tono molesto, algo así como “seguramente por eso Porfirio Díaz trajo esclavos italianos”, lo que provocó la furia del itálico catedrático. Esos episodios y otros más, también muy interesantes, que seguramente publicaré, me hicieron perder el interés por la arqueología, pero no el gusto por la historia. Esto viene a cuento, debido a que hace unos días, recordando tiempos en la Ciudad de México y esos episodios en particular, es como surgió el tema para este artículo, bastante interesante.
Motzorongo
El 10 de enero de 1876, en Tuxtepec, Oaxaca, el General Porfirio Díaz proclama el “Plan de Tuxtepec”, en el que desconoce al Lic. Sebastián Lerdo de Tejada como Presidente de México e inicia un levantamiento armado para derrocarlo; muchos altos Generales se le unieron, formando el Ejército Tuxtepecano, iniciando levantamientos armados en todo el país.
De Tuxtepec partió Porfirio Díaz con su tropa y varios Generales, entre ellos Carlos Andrés Pacheco Villalobos (de Chihuahua), Gerónimo Treviño y Francisco Naranjo (estos dos de Monterrey), iban a tomar las ciudades de Córdoba y Orizaba, Veracruz y cuentan las crónicas de que estos tres generales, por ser originarios de tierras desérticas, iban fascinados con el imponente paisaje de las selvas de la Sierra de Zongolica entre los Estados de Veracruz, Puebla y Oaxaca.
A unos 55 kms. antes de Orizaba, llegaron a un pueblo grande y Porfirio Díaz tomó la Presidencia Municipal, ordenando a los tres generales norteños: “vayan ahí enfrente y tomen la otra Presidencia Municipal”, resultando que dicho pueblo estaba justo en los límites entre Veracruz y Oaxaca y solo los dividía la Calle Jiquilpan; de un lado de la acera es Cosolapa, Oaxaca y del otro Tezonapa, Veracruz; cuentan los testigos que ahí escucharon el siguiente diálogo entre los Generales Díaz y Pacheco:
–Mira compadre, aquí mero me gusta este sitio para instalarme con una hacienda o un rancho.- dijo el General Carlos Pacheco.
–Pues nomás espérate compadre a que lleguemos al poder y ya sabes, estos terrenos serán tuyos, todo el que quieras compadre.- le respondió Porfirio Díaz
Y así fue, en febrero de 1877, Porfirio Díaz toma el poder y comienza a planear la construcción del Ferrocarril Transístmico, que uniría al Golfo de México con el Océano Atlántico, uniendo Puerto México (actual Coatzacoalcos, Veracruz) con el Puerto de Salina Cruz. Oaxaca. Nombrando a Pacheco como Secretario de Fomento y Colonización, quien sería el responsable de tal obra.
En 1882, el General Carlos Pacheco compra 105,300 hectáreas en la región de Tezonapa, Veracruz, además, Porfirio Díaz le adjudicó a Pacheco otras tantas miles de hectáreas, muchas de ellas de selva virgen, tal y como se lo había prometido a su compadre, en la zona de Zongolica, Veracruz, mismas que se anexaron a las que ya había comprado; se planeó también un ramal del ferrocarril desde Córdoba, Veracruz, para entroncar con el Ferrocarril Transístmico, y este ramal cruzaría por los terrenos del General Pacheco.
El General Carlos Pacheco fundó entonces su enorme hacienda, a la que llamó Hacienda de Motzorongo, a 6 kms. del pueblo de Tezonapa y comenzó a levantar lo que era su sueño, un gran ingenio azucarero. En 1886 comienza el tendido de vías férreas desde Córdoba, que debería entroncar con el Transístmico en el punto conocido como Estación Medias Aguas, Veracruz (este ramal desde Córdoba se llamó Ferrocarril Agrícola de Motzorongo, que en la actualidad continúa operando bajo la empresa Ferrosur)
Sobran tierras y faltan brazos
Como Secretario de Fomento, Colonización e Industria, el General Carlos Pacheco Villalobos tenía una visión muy clara de lo que se tenía que hacer para darle un rumbo de modernidad y desarrollo al país; él era el responsable de la construcción del Ferrocarril Transístmico y del ramal de Córdoba y se dio cuenta de que el potencial de desarrollo era enorme en la región y decidió colonizarla, creando el Proyecto de Colonización Agrícola e Industrial de Motzorongo.
Para ello, contó con el apoyo del Presidente Porfirio Díaz, quien deseaba colonizar y desarrollar todas las regiones del país por donde fuera construyendo el ferrocarril; como primera etapa del proyecto, el General Pacheco invitó a migrantes italianos que enfrentaban una crisis en el noreste de Italia, para venir a México a establecerse y trabajar las tierras; así fue como llegaron a México 2,700 italianos de la región de Trento – Alto Adigio – Véneto, a quienes se les ofreció un pedazo de tierra para trabajar y comenzar a desarrollar la región; la gran mayoría se establecieron en la región del sur y sureste del país, otros se movieron más hacia el norte, aprovechando la puesta en marcha del Ferrocarril México – Paso del Norte (actual Ciudad Juárez), obra que permitía recorrer más de dos mil kms. en sólo cinco días.
También había iniciado la construcción del Ferrocarril Agrícola de Motzorongo, que partiría de Córdoba – Orizaba a entroncar con el Ferrocarril Transístmico; la construcción de este ferrocarril estaba concesionada al General Pacheco.
Fallece el General Pacheco y todo cambia
En 1891 fallece el General Carlos Pacheco Villalobos y de repente todo cambió, pareciera que él era quien mantenía la armonía y la buena marcha en toda la región. Al morir, dejó un adeudo de $400 mil pesos, el acreedor Agustín Cerdán no tuvo nada de paciencia ni interés de negociar ni con la viuda ni con sus tres hijos y les embarga la Hacienda de Motzorongo; el gobierno de Porfirio Díaz les ayudó comprando la concesión del Ferrocarril Agrícola por $300 mil pesos más un préstamo que les hizo la millonaria y benefactora Doña Luz Saviñón por $100 mil pesos; recuperaron la hacienda, pero ahora el ferrocarril era del gobierno.
Al morir el General Pacheco, la obra del ramal ferroviario estaba terminada justo hasta su Hacienda de Motzorongo, pero el gobierno interrumpió su construcción por falta de fondos y así quedó por un tiempo, pero prestaba servicio entre Córdoba – Orizaba y la Hacienda y el pueblo de Motzorongo, que ya se había fundado alrededor de la hacienda y hasta su estación le alcanzó a construir el General Pacheco, pero las cosas cambiarían en su ausencia.
Un Conde muy bribón y más italianos a México, pero engañados
En 1899, el gobierno del General Díaz anuncia la reanudación de las obras del Ferrocarril Agrícola, desde la Estación Motzorongo hasta la Estación Medias Aguas, donde entroncaría con el Ferrocarril Transístmico, la construcción de la obra fue concesionada a la constructora estadounidense Burnham, Parry, Williams & Co., quienes solicitaron permiso al Gobierno Mexicano para traer 1,200 trabajadores italianos del riel, el gobierno accedió y otorgo 1,200 visas de trabajo temporal, al terminar debían ser retornados a su país, porque no venían ni como colonos ni como inmigrantes, solamente trabajo temporal.
En Italia, el Conde Giorgio Vittorio Cini fue el encargado de contratar a los trabajadores italianos para la constructora, pero fueron vilmente engañados, pues se les dijo que iban a trabajar a Francia, incluso en su documentación que les dio el Conde Cini, se asentaba que el trabajo era en Francia; se les ofreció una paga de $3.50 francos por día; también se les había dicho que su alojamiento sería en cómodas cabañas; por último, se les dio una fecha para zarpar rumbo a Francia y se les pidió a los 1,200 trabajadores estar en los muelles para embarcarse.
Los ilusionados trabajadores se presentaron en la fecha indicada para zarpar, y ahí se da el primer engaño, solo 600 zarparían en un primer viaje, el resto esperaría un segundo viaje dentro de un mes, ocasionando la evidente molestia de los que se quedaron, pues ya todos se habían despedido de sus familias y eso les causó incomodidad y una muy mala primera impresión, pero aguantaron, necesitaban trabajar.
Estando ya navegando el barco, viene el segundo engaño, son informados de que no van a Francia, sino a México; unos días más tarde, el tercer engaño al notificarles que su sueldo de $3.50 francos por día, fue reducido a $3.00 francos por día; había enojo y molestia, pero ¿qué podían hacer si ya venían a la mitad del Océano Atlántico?, aún así, ellos pensaban que México era una colonia francesa.
El 27 de abril de 1900, arriban al Puerto de Veracruz los primeros 600 trabajadores italianos a bordo del barco “Centro América”, a su llegada fueron trasladados de inmediato hacia Motzorongo por soldados del Ejército Mexicano, comprendiendo que México no era parte de Francia; en todo momento se les hizo sentir poco bienvenidos, no eran inmigrantes, no eran colonos, mucho menos turistas, eran trabajadores temporales en un país extranjero, que estaban siendo trasladados al punto en donde sería su campamento, en donde les aguardaban más desengaños.
Condiciones de esclavitud
Al llegar a “su lugar de trabajo”, son arrumbados en la Estación Motzorongo, ahí se dan cuenta de otro engaño: no existe un solo alojamiento para ellos, son concentrados en los patios de maniobras de la estación, donde su cama es el suelo y su techo es el cielo, expuestos a los animales ponzoñosos, al sereno de la noche y durante el día al infernal calor de la Sierra de Zongolica, algo a lo que los italianos no estaban acostumbrados ni aclimatados.
A la primera semana de trabajo en el tendido de las vías férreas, se dan cuenta del engaño mayor: no hay paga, no hubo un solo centavo para nadie, lo único que reciben son dos miserables raciones de mala comida por día, con un horario de trabajo extenuante y malos tratos por parte de los capataces y sobrestantes; los trabajadores italianos deciden por fin manifestar su inconformidad, pero son reprimidos por los soldados. Los italianos comienzan a darse cuenta de su aterradora situación: están en condiciones de esclavitud en un país extranjero y muy lejos de su Patria.
A la tercera semana, su situación se agravó, ya solo se les daba una ración de comida por día y todo comenzó a escasear, viéndose obligados a vender sus pocas pertenencias para obtener un poco de dinero y comprar provisiones; por su parte, los colonos italianos que habían sido invitados por el General Pacheco, que estaban legalmente establecidos en México y que ya sembraban sus tierras y tenían sus negocios, se organizaron y de manera solidaria comenzaron a brindarles ayuda a sus compatriotas en desgracia, pero más tardaron ellos en organizarse que el gobierno en amenazarlos con quitarles todo y revocarles su estatus migratorio.
Los trabajadores italianos realizan paro de labores y se lanzan a la huelga, exigiendo su paga inmediata, ser tratados como humanos, alojamiento y comida digna y mejores condiciones laborales; deciden plantarse frente a la Hacienda de Motzorongo de la familia del General Pacheco, porque sabían que el Presidente Porfirio Díaz y gente poderosa seguían frecuentando a la familia Pacheco Calderón, pero Díaz nunca apareció; quien sí apareció fue la viuda del General, la señora Doña Josefa Calderón López, sus hijos Josefina, Gustavo y Virginia Pacheco y su esposo Demetrio Salazar, así como trabajadores de la hacienda quienes brindaron ayuda humanitaria y alimentos a los huelguistas italianos durante los días que estuvieron ahí plantados.
Los aventaron como bestias al ruedo
Los trabajadores sabían que estaba por llegar el segundo grupo de 600 italianos, deciden que la mitad del grupo permanezca frente a la hacienda esperando a ver si llega el Presidente Díaz, mientras que la otra mitad se marcha a Veracruz para alertar a sus compañeros sobre la esclavitud a la que estaban siendo sometidos e impedir que desembarquen para evitarles ese problema; además el propósito era que se regresaran a Italia e informaran de su situación al gobierno de su país.
Como pudieron, llegaron a Veracruz y se plantaron en la Plaza Principal del puerto, para alertar a sus compañeros, pero son retenidos por el Ejército y arrestados cuatro de sus líderes, acusándolos de ser agitadores socialistas y comunistas (estos cuatro trabajadores posteriormente serían deportados a Italia y paradójicamente fueron los únicos que regresaron a su país).
El 20 de mayo de 1900, llega a Veracruz el buque San Gottardo, con los otros 600 trabajadores italianos a bordo, los soldados mexicanos ya los esperaban y junto con los otros previamente retenidos en el zócalo veracruzano, todos son llevados a la Plaza de Toros del puerto y encerrados ahí; los desconcertados trabajadores trataron de irse hacia las tribunas de la Plaza, pero los soldados lo impidieron, dejando a todos dentro del ruedo, donde comienzan a temer que por la puerta de toriles les fueran a soltar toros bravos o fieras salvajes; afortunadamente la brutalidad no llegó a ese extremo.
Abandonados a su suerte, mejor dicho, a su mala suerte
En Italia, que en ese momento todavía era una monarquía, el Rey Humberto I de Saboya se negó a pagar los gastos de repatriación de esos 1200 italianos que la estaban pasando muy mal en México, sin ninguna consideración hacia sus compatriotas, se limitó a mencionar que, si fueron contratados para trabajar, debían cumplir con sus obligaciones y compromisos y hacer eso, trabajar en lugar de andar haciendo huelgas; demasiada insensibilidad.
En México el régimen de Porfirio Díaz estaba atravesando por dos situaciones de esclavitud en Yucatán y en el Valle de Oaxaca, en donde miles de indígenas Mayas y Yaquis eran esclavizados por los ricos hacendados henequeneros de la península y los grandes hacendados del Valle de Oaxaca, todo ello con el contubernio de funcionarios del régimen porfirista; se decía que el General Félix Díaz, sobrino del Presidente y Jefe del Estado Mayor Presidencial, estaba muy involucrado en el asunto.
Lo que no quería Porfirio Díaz era que detonara un escándalo internacional con Italia, y menos por un asunto de posible esclavitud, pero al involucrarse el Ejército Mexicano, se involucró a todo el régimen, optando Díaz por obligar a la constructora estadounidense a cumplir con lo ofrecido a los trabajadores; de aquellos que no desearon seguir en el tendido de vías, algunos fueron contratados por sus compatriotas italianos colonos y muchos otros fueron absorbidos por la sociedad de Veracruz, Puebla Oaxaca, Tabasco, Campeche, Chiapas y la Península de Yucatán, eventualmente algunos se movilizaron más hacia el centro del país.
Porfirio Díaz evitó el escándalo internacional, señalando al Conde Giorgio Vittorio Cini como un tratante internacional de esclavos, teniendo ese problema en casa en la figura de su sobrino Félix Díaz; pero no pudo evitar el escándalo cuando en 1908, después de un año de una hábil y acuciosa investigación, el periodista estadounidense John Kenneth Turner publica en los principales periódicos del mundo las condiciones de esclavitud en Yucatán y el Valle de Oaxaca, exhibiendo al régimen porfirista como un régimen esclavista, cuando ya en todo el mundo estaba constitucionalmente prohibida la esclavitud; en México lo estaba desde 1829.
Así sucedió esta dolorosa página en la historia de nuestro país, desconocida para la gran mayoría; esos trabajadores italianos se quedaron en México, ahorraron y se trajeron a sus familias y desde los primeros nacimientos en México se les consideró completamente mexicanos y con todos los derechos, la gran mayoría se establecieron en Veracruz y el sureste mexicano; en la actualidad todos son y se consideran mexicanos, muchos de ellos no conocen el pasado trágico de sus ancestros; estos italianos han dado grandes hombres y mujeres a nuestro país; apellidos tan notables, exitosos y reconocidos actualmente como los Lombardo, los Gudini, los Cappellini, los Alessandrini, los Alessio, los Bonfil, los Brambila, los Buganza, los Bartolotti, los Lazarini, los Romagnolli, los Tassinari, los Zanatta y los Zuccolotto; muchos otros no tan sobresalientes, pero todos aportando gente de bien al país.
Fue la primera huelga en el México Independiente, mucho antes que las Huelgas de Cananea, Sonora y de Río Blanco, Veracruz y la llevaron a cabo 600 trabajadores italianos en condiciónes de esclavitud.
Fuentes Bibliográficas:
+ motzorongo.com.mx
+ youtube.com
+ digital.utsa.edu
+ alamy.es
+ venecisima.com
+ laverdadjuarez.com
+ humanistas.org.mx
+ es.wikipedia.org