Pérez Cuéllar juega a las corcholatas / A todas les da el sí pero… / La extorsión en la aduanas / El príncipe del Business
COMO dicen en política, es mejor prender veladoras a todos los santos, que al chamuco; al final del día, que una que pegue será suficiente.
Seguramente así lo piensa o por lo menos sigue esa estrategia, el alcalde morenista de Ciudad Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, cuando se destaca por ser un buen anfitrión de las corcholatas de López Obrador.
No hace muchos años, demostró también que es su estilo y le ha dado resultados, dirigió al Partido Acción Nacional y fue diputado; luego migró a Movimiento Ciudadano en donde también se llevó una candidatura, pero no le alcanzó.
Ya entrado en migraciones acabó en Morena, fue senador y ganó la candidatura a la gubernatura, pero se la dieron a Juan Carlos Loera de la Rosa.
Iba impugnar el regalo a Loera de la Rosa; pero le ofrecieron otro regalo, la alcaldía de Ciudad Juárez y lógicamente desistió.
Con la idea de ir por la reelección a la presidencia municipal de la ciudad fronteriza y de ahí brincar a la candidatura a la gubernatura del estado, Pérez Cuéllar, recibe y anfitronea a las corcholatas, a todos les da la bienvenida y el sí, para lo que se ofrezca.
Ciudad Juárez es un buen bastión para el morenismo; se ubica en el top 10 de las ciudades más grandes, poblacionalmente, hablando del país.
El fin de semana Pérez Cuéllar recibió a Claudia Sheinbaum Pardo; en dos ocasiones lo ha hecho con Marcelo Ebrard Casaubón y en el intermedio a Adán Augusto López Hernández.
Con encuestas o no, el ánimo presidencial está con ellos, son “mis hermanos”, dijo López Obrador.
Pérez Cuéllar tiene en Morena como padrino político a Ricardo Monreal, que ahora está desplazado y despreciado por Morena y la CuartaT. No se conoce su futuro aunque afirma que estará en la boleta.
En todo caso el decante de Monreal apuntaría a Ebrad Casaubón, pero por lo pronto, Pérez Cuéllar con todos coquetea. Así es la política, más cuando en las ideologías nada queda, sólo la prostitución.
DE PENA ajena lo que está sucediendo en la Aduana mexicana de Ciudad Juárez, en donde se revisa a quienes ingresas de los Estados Unidos, concretamente por El Paso Texas.
Narrado y denunciado por paisano que llegan sobretodo en autobús, la mayoría a visitar a sus difuntos en estos días, son objeto de sobornos o mordidas como se le quiere llamar, por personal de esta y tal vez, otras aduanas, ahora ocupada por las fuerzas castrenses.
El chofer o los choferes de esta línea internacional denominada Limousine, muy sospechosamente en contubernio, llegan a la Aduana; se bajan y acto seguido, les anuncia que departe de personal (de la Aduana), hay que cooperar con cinco dólares por cabeza, para que las maletas no sean revisadas.
El gancho es para que no se pierda “tanto tiempo” y para quien lleve regalitos, aunque sea una Barbie, no pague impuestos, así de directo y burdo.
Dicen que a regañadientes todos aceptaron y se reunieron entre 200 y 250 dólares, nada mal para una operación de 10 minutos.
Luego, sube el personal de Migración (de la misma Aduana) y por las mismas.
Son mexicanos y lo demuestran con la credencial del INE o alguna otra oficial; hasta ahí bien, el pero es que de manera ilegal y con afanes de chantaje les piden los papeles de legal estancia en los Estado Unidos.
A quien los muestra, le exigen el pago de nueve dólares para otorgarles el permiso de internación al su propio país. De ese tamaño es la corrupción en el país de Alicia.
Más aún, quien por alguna razón, no muestra ninguna identificación, mexicano o no, con 40 dólares se soluciona el pequeño olvido.
Así las cosas, como diría el finado Jorge Ramírez, recordado con aprecio, por su frase y por estos días santos.
Alguien le debería decir al presidente López Obrador que eso es corrupción. El lo negará, son los tiempos de la CuartaT.
EL NUEVO de este mes si nada pasa, se estrena la obra de teatro, La Golondrina y su Príncipe en la capital del Estado.
Los derechos de la obra corresponden a Alberto Espino o a su empresa; por supuesto que llama la atención de artistas, creadores, talentos de aquí de allá, que el Municipio de Chihuahua y el Gobierno del Estado vayan a destinar casi 35 millones de pesos.
Es mucho dinero, pese a que se diga que se realizarán siete puestas en escena y cuando en números oficiales se destinarán poco menos de siete millones para los actores; en realidad recibirán mil pesos por presentación, es decir, siete mil pesos en total como honorarios, lo que supone un pago de dos millones con 100 pesos si en la obra participan 30 personajes en el escenario.
Elevarlos a tres millones con el personal de apoyo y desarrollo es creíble.
El pero es que por más que se explique que el sonido, la iluminación, la construcción y el escenario, más la producción, alimentación y hospedaje los número no dan; eso implicaría más de 30 millones.
La lectura de los trazos originales son muy buenos, pero la cantidad destinada huele mal, es decir, apesta, dicho con todo respeto para los talentos; digamos que tampoco es Broadway.
La administración de Javier Corral, dejó una deuda de 15 millones de pesos al arte loca; ahora en una sola exhibición el Gobierno del Estado le pagará a Alberto Espino 17 millones de pesos (cantidad igual el Municipio) para sumar casi 35 millones por una obra. O existe incongruencia o deslealtad con lo locales o de plano se le abre toda la cartera a Espino.
Quienes protesta se inconforman y denuncian tienen razón; alguien va a realizar el negocio del año y no sería sólo el propietario de la puesta en escena.