*Traducir hartazgo en votos, el reto social
*La idea de elecciones libres lo trastorna
*M. Bonilla incursiona en las grandes ligas
*Gabo y la diputada del “piquito colorado”
*Bizarra experiencia de dos gobernadores
Desde el pulpito matutino, el presidente López Obrador ha conseguido silenciar el sordo griterío de la inconformidad social y manipular la agenda pública. Es una estrategia exitosa que le permite conservar altos grados de popularidad y aparentar que los aspirantes de su partido llevan ventaja indiscutida en la carrera presidencial.
Pero si el hartazgo popular se convierte en votos, no habrá maquinaria electoral, acarreo, ni taqueo de urnas que lo contenga. Las elecciones intermedias a diputados demostraron esta verdad electoral; con todo el poder de movilización, la compra de votos, el chantaje, las traiciones de gobernadores priistas, el amedrentamiento del crimen la oposición ganó solventemente aquella elección. Morena perdió de un jalón nueve millones de votos.
Esa elección fue una primera expresión ciudadana de rechazo y apenas iban a la mitad. Otra las portentosas marchas de noviembre trece, manifestación cívica como no había experimentado jamás el país, donde millones de mexicanos tomaron las calles por voluntad e iniciativa propia, en defensa de la democracia. Tanto resintió la respuesta ciudadana contra su iniciativa electoral, que dos semanas después derrochó millones en una movilización organizada desde el poder.
Es la respuesta de una sociedad vibrante e inconforme que la narrativa oficial ha silenciado pero no acallado. Sin embargo el reto de la oposición ciudadana, los millones de mexicanos que ven con azoro el deterioro del país, no los partidos políticos, es precisamente traducir en votos el enfado popular contra el gobierno de la cuatroté.
No recuerdo quien dijo que “las plazas llenas no significan urnas llenas”, advirtiendo las dificultades de convertir la voluntad popular en votos, última y definitiva expresión ciudadana contra los malos gobiernos. Ir del hartazgo a la urna es reto formidable, pero generándose la dinámica social no hay dique ni poder que la detenga.
El presidente, agudo conocedor de la gente y político astuto, tiene plena conciencia de esa realidad social. Sabe que los votos del asistencialismo le son insuficiente para sostener su gobierno y por esa razón entra en pánico de sólo imaginar que fracasen sus intentos de socavar al INE, junto a la Corte, última resistencia antes del despotismo absoluto.
Si los votos se cuentan en una elección libre, democrática y transparente, como la que le permitió llegar al poder, los candidatos de su partido serán derrotados sin sombra de dudas. Y no por que los partidos hagan un trabajo excepcional o presenten a un candidato muy popular, es el mismo López Obrador quien prepara el triunfo de los opositores; ha ido demasiado lejos con injurias contra todo ciudadano que cuestiona su gobierno, con el cinismo de los excesos, la tolerancia de la corrupción de los suyos y los abusos de poder. Tropezará consigo mismo.
Rompeolas
Marco Bonilla se quiso calar en las grandes ligas de la justicia mexicana, atreviéndose a promover una controversia constitucional nada menos que contra el Poder Ejecutivo –López Obrador- y el Honorable Congreso de la Unión –los diputados que ofician de sus peleles-. El edil chihuahuita quiere tirar “el decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Ley General de Comunicación Social y de la Ley General de Responsabilidades Administrativas”. Buen tiro se aventó nuestro edil, logra revertirlas en la Corte y sus bonos suben más allá de la luna. Éxito, los juristas han dicho que ambas leyes son inconstitucionales, pero ya saben como es la Corte, aunque ahora con la presidenta Norma Piña genera más confianza. Tiene todo por ganar y nada que perder, bien tirada la pelota.
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Despacio pero reaccionó el buen Gabo Díaz, presidente del PAN estatal. Presentó una demanda por actos anticipados de campaña contra la diputada “del piquito colorado”, Adriana Chávez, del partido oficial. Gabo mandó a su gente en campo y contaron 17 espectaculares –¿tan pocos? sólo en Juárez deben ser más- en los que se promociona abiertamente la diputada. ¿Para qué la cuantiosa inversión? Por lo que ocupe, sus promotores la ven en lugar de Cruz Pérez Cuéllar -¿la dejarías pasar, Loera?- o de candidata a senadora. Su nombre quedará inscrito en alguna boleta electoral, de eso no tenga duda, la joven se ha movido muy bien, especialmente con su protector y promotor, Adán Augusto López.
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A Francisco Barrio le clonaron su teléfono y le pidieron dinero a Fernando Baeza. A un exgobernador lo clonaron; a otro intentan timarlo en el mismo movimiento. ¿Cuántos mexicanos le gusta para que hayan sido víctimas de esta engañifa infame? No se, pero seguramente son miles cuando no millones. La clonación de celulares se ha vuelto una plaga, problema que al gobierno de la cuatroté no parece importarle en absoluto.