Reflexión semanal
Lamentablemente estamos rodeados de un ambiente tan negativo permeado de malas noticias, que el ánimo y la fe de muchos se ven afectados. Las malas noticias son el pan de cada día. Escuchamos, y muchas veces hablamos cosas negativas. Nos rodean situaciones y personas negativas que siempre se están quejando de todo y de todos. Hay quienes dice “No puedo con esto” “Esto cada vez está peor” “Las cosas van de mal en peor” En otras ocasiones pasamos por situaciones que ponen a prueba nuestra fe. Todas estas situaciones ponen a prueba nuestra fe y lamentablemente la fe se debilita. Entonces apresen pensamientos “No tengo fe” “No creo que algo bueno pueda suceder” “Oren por mi ustedes que sí tiene fe” Pero creo todos podemos tener la fe necesaria para mover montañas, Jesús dice “Que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” (Mt. 17:20) No se necesita una súper fe. Es necesario una certificación de fe para que Dios haga un milagro. El Señor dice que con una pequeña medida de fe las montañas se pueden mover, el mundo pueda ser mejor y que nuestra situación cambie. Hoy por hoy necesitamos acercarnos y confiar en Dios. Hebreos 4:16 dice “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”
La fe la necesitamos para todo en la vida, la necesitamos para el diario vivir. Debemos aprender a vivir por fe, no por vista, porque es el ambiente en que Dios se mueve. La fe es el catalizar que nos lleva de una situación abrumadora a descansar en delicados pastos de quietud. La fe es el camino que debemos transitar cada día, el no llevará de lo que necesitamos hasta obtenerlo. Solo por la fe podemos avanzar en esta vida.
Solo por la fe podemos creer que Dios puede hacer un milagro. Solo por la fe el mundo puede cambiar. Solo por la fe se alcanzan sueños. Solo por la fe se puede tener esperanza cuando parece que todo está perdido. Solo por la fe se conquistan sueños. No importa si tu fe es pequeña como el grano de mostaza, que siendo el más pequeño de los granos, llega a ser la más grande de las hortalizas. Tu fe pequeña puede hacer que el milagro más grande suceda, así como el grano de mostaza. Cree que aunque tu fe sea pequeña, aunque te sientas débil, aunque sientas que tu es puesta a prueba y has dejado de confiar, el Señor te dice que tengas ánimo y no dejes de creer.
Cuando tenemos fe en Dios, las embravecidas aguas de las adversidades de la vida, el fuego de las pruebas en las que muchas veces nos vemos envueltos, no podrán destruirnos “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará” (Is. 43:2) Lo mejor de las malas temporadas es que Dios no nos deja solos, está con nosotros todo el tiempo. La fe puesta en Dios puede esperar muchos milagros. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.