“…Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mat. 6:10)
En pocas y ensillas palabras, entendamos por cielo el lugar de la habitación de Dios y sus ángeles. Una de las cosas que caracteriza al cielo, es que en ese lugar de pureza y santidad no hay pecado, y se hace su voluntad de Dios, en tal sentido, Jesús nos enseña que puede ser trasladado a la tierra y manifestarse entre los hombres en alguna medida, sobre la base de esas características.
Para Jesús era muy importante que de alguna manera la gente entendiese que el cielo puede influir y manifestarse en la tierra, cuando por medio de la comunión íntima con el Espíritu Santo la humanidad se lo permite.
De una cosa estamos seguros, es que, los que habitan en el cielo conocen a Dios y hacen Su voluntad. Es decir, para que sea hecha la voluntad de Dios, primero hay que conocerlo personalmente. Y ahora somos alentados a clamar que en este mundo lleno de maldad, en nosotros, y en otras personas sea hecha Su voluntad, que llegue el día de esos cielos nuevos y tierra nueva en donde more la justicia (2 Pedro 3:13) Empecemos por pedir que aquí y ahora sea hecha Su santa voluntad en cada uno de nosotros, en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestras familias.
Jesús quiere que oremos con el deseo que la voluntad de Dios sea hecha como en el cielo, así también en la tierra. En el cielo no hay desobediencia ni obstáculos para la voluntad de Dios; en la tierra si hay desobediencia y al menos obstáculos aparentes para hacer Su voluntad.
¿Podría alguien decir que este mundo caótico y malvado refleja el carácter y la voluntad de Dios hoy? ¿Son las guerras, las pestes, las hambres, los odios, las desigualdades, la contaminación ambiental, el desempleo, los hogares destruidos, los gobiernos corruptos, la violencia, los crímenes, y cosas como estas, Su voluntad para nuestro mundo? ¡No, ciertamente! Hoy no se está haciendo la voluntad de Dios en la tierra. Dios es un Dios de paz y no de confusión (1 Corintios 14:33) Hoy no hay paz en la tierra sino confusión total, y así no es Dios. Dios es un Dios que ama la paz, la justicia, la rectitud, la ley y el orden.
Quizás alguien puede preguntarse ¿porque Dios quiere que oremos que Su voluntad se haga, como si El no pudiera lograrlo por sí mismo? Dios es más que capaz de hacer Su voluntad sin nuestras oraciones o cooperación; sin embargo, nos invita a la participación de nuestras oraciones, nuestros corazones y acciones para ver Su voluntad hecha como en el cielo, así también en la tierra.
Vemos la importancia de hacer la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo. El mismos Señor Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21)
Es bueno orar, adorar, ayunar y estudiar la Biblia, pero creo igual de importante ante el Padre, “hacer su voluntad” Siempre que nosotros oremos, estudiemos la Biblia o adoremos, el fin de esto debe ser el de hacer la voluntad de Dios.
Debemos saber que, de nada sirve que oremos y aún derramemos nuestras lágrimas, o que adoremos con cantos muy hermosos, si no tenemos el deseo sincero de ser instrumentos de Dios para que se haga la voluntad del Padre en la tierra.
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo
Pastor J. Andrés Pimentel M.