Javier:
Ya sabe, conocidos de muchos años, obviemos los prolegómenos innecesarios; por cierto, ya perdí la cuenta de la “n” veces que le he escrito y usted, como la Eufemia de la canción, me deja sin respuesta.
Sin estupor, si he de serle franco, leí en medios que renunció al PAN; las razones, hechas públicas por usted, son producto de su verborrea de siempre; se duele de una batalla perdida porque la evolución del PAN es “cada vez hacia lo peor”; porque en él “se han enquistado la simulación, la mentira y la hipocresía”; y porque nunca en la historia del partido se habían “tenido dirigentes tan mediocres y cínicos como los de ahora”; y consideró “una vergüenza infinita” que el PAN termine fusionado con el PRI.[1] Ese día, si hubiera estado a su lado, le habría dicho: “hágase un favor, Javier, y por primera vez en su vida mantenga el hocico cerrado. Deje de decir estupideces, porque corre el riesgo de tropezarse con su propia lengua”.
Afortunadamente no estaba. Qué pereza, Javier, estar de su lado, testigo mudo de esa soberbia, ésa sí infinita, que le ha permitido contradecir con sus hechos sus propios dichos una y otra vez, incapaz de percatarse de sus pifias garrafales. Fallos que han envenenado cualquier atisbo de amistad pues, sin el menor empacho, miente, calumnia, traiciona o corrompe aquello que le estorba para concebir el mundo a su modo torpe y chiquito. Su incultura, su ignorancia brutal (usted y yo sabemos que lee poco y que carece de títulos académicos, pues el único que posee es de mentiritas) e inseguridad patológica, lo han sumido, y lo mantienen, en un pozo cegado, donde la luz de la verdad, de la razón o del entendimiento, no alumbran.
Se miente a sí mismo ferozmente para amoldar la realidad a su corta visión, a su mediocre concepción del orbe. En eso se parece usted, es más, resulta idéntico, a Andrés Manuel López Obrador, otro fanático, otro simulador, otro esquizofrénico, que cree solamente aquello que quiere creer y pretende forjar la verdad a golpes de saliva y poco más.
Instalado en una atalaya de bisutería, viene ahora a tratar de convencernos de que el paso que ha dado se justifica por esas fallas que le atribuye al partido, no se mienta, Javier, usted es otro tránsfuga, uno más, junto a los bufones de Tatiana Clouthier, Manuel Espino y Germán Martínez. Idiotas que no pueden, por más que lo intenten, explicar el yerro monumental de haberse sumado a las filas de esa porquería que es MORENA. Reducto de todo aquello que con singular desfachatez condena su dirigencia mientras a diario engorda sus filas con la inmundicia de la que se van deshaciendo el resto de los partidos. MORENA es el bote de basura a donde han ido a parar expriístas, expanistas, experredistas, etc., y ahora lo tiene a usted como flamante prueba de ello.
Qué vergüenza, Javier, que termine usted siendo comparsa de esa tragedia. Deje usted los más de 40 años de militancia, la multitud de cargos que ocupó y que el partido lo llevó al que, quizá, es uno de los mayores honores para un ciudadano, como es ocupar el cargo de gobernador de su Estado seminatal (porque el suyo, el suyo, el suyo, es Texas), deje usted eso, repito, lo triste del asunto, lo lastimoso, lo patético, es su acuerpamiento con uno de los movimientos políticos más degenerados y deleznables de todos los tiempos, con una panda de impresentables a la cabeza, empezando por Manuel Bartlett y Marcelo Ebrard, sólo por poner dos ejemplos.
Se ve ridículo diciendo que “especialistas y sociedad enriquecerán visión del ‘2do piso de la 4T’ en materia anticorrupción”,[2] porque usted sabe, como cualquier persona medianamente enterada lo sabe también, que el gobierno de López Obrador es una ciénega de corrupción.
Porque usted lo sabe Javier, sólo estando tonto no se daría uno cuenta.
¿O de verdad no sabe nada del endeudamiento histórico, inaudito e irracional que ya se aprobó para el año que entre? ¿No se acuerda de la Línea 12 del metro? ¿Y de las 800 mil víctimas de COVID-19? ¿Los más de 167 mil ejecutados en lo que va del sexenio no le dicen nada (digo, por contradictorio que parezca la cifra habla por sí sola)? ¿Y las más de 111 mil personas desaparecidas? ¿O qué me dice del fraude en Segalmex por más de 20 mil millones de pesos o de las decenas de migrantes asesinados por el Instituto Nacional de Migración en su casi natal Juárez? ¿O de plano no se ha enterado de la criminal entrega de miles de millones de pesos al Ejército para la realización de obras faraónicas, reflejo de la megalomanía de su autor?
Le pregunto porque, si no lo sabe, entonces su psicopatología es más grave de lo que parece, Javier. Ese apretado resumen constituye una serie de hechos públicos y son resultado de la peor gestión ocurrida en la historia de este maltratado país, a manos de los políticos más corruptos e incompetentes que hayan pisado la faz de la tierra. Todo lo que usted diga, Javier, que eluda esos y otros yerros de esta administración o de la que estuvo a cargo de su actual cófrade, Claudia Sheinbaum, es retórica huera. Las torpezas, descalabros y excesos de AMLO y de la anticientífica (como acertadamente la motejó Ángel Verdugo) no los puede matizar ningún malabarismo verbal. Simplemente usted es más de lo mismo.
El espectáculo que brinda, por risible, es lamentable, Javier. Se sale del PAN diciendo un montón de sandeces y lugares comunes ¡y viene y se hace bolita con Claudia Sheinbaum! ¡Con Claudia Sheinbaum! Por Dios, Javier, tenga poquita vergüenza, poquita dignidad, poquita decencia. Nada de lo que usted diga, o puede decir del PAN, absolutamente nada, es comparable con la asquerosidad que es y que representa MORENA. Nada, Javier. Y lo peor del caso es que usted lo sabe o debería saberlo. No se haga pato.
Resulta nauseabundo escuchar su palabrería estéril defendiendo lo indefendible y tratando de explicar lo inexplicable. Con ese salto moral de triple vuelta y alto grado de dificultad que lo vuelve un ladrillo más en el edificio tambaleante de esa candidatura infame, acaba usted de consumar una de las mayores traiciones de su vida, Javier. No es posible que el bagaje moral e intelectual que supuestamente lo mantuvo a usted en las filas de Acción Nacional por más de cuarenta años se haya evaporado de súbito, o sí, y entonces eso lo convierte en el peor hipócrita de todos los tiempos porque nunca creyó en aquello que decía defender y procurar.
Por todo eso, Javier, mejor cállese. Guarde silencio y vuélvase a sus libros para ver si, de una buena vez, empieza a educarse. Nunca es demasiado tarde.
Cordialmente suyo, me reitero a sus órdenes.
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Luis Villegas Montes.
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