*López Obrador, un hombre asustado
*En la ironía socarrona oculta su temor
*La lista, vulgar recurso distractor
La risa socarrona, los gestos despectivos, el tonito burlón lo denigran. Su conducta es la de un jefe de campaña felón queriendo reducir a sus adversarios antes de la batalla, pero absolutamente indigna del Presidente que representa a todos los mexicanos, cuya confianza popular recibió a manos llenas. En su lugar, otro respetaría a los millones de mexicanos que lo votaron sin estar convencidos del proyecto. Él, en cambio, los ofende frivolizando la sucesión con ridículas listas de adversarios.
El conjunto de su irónica bravata, ocultan en el fondo la enorme inseguridad que lo atenaza por dentro, cuando se detiene a pensar en el destino que le depara la historia al concluir su mandato. Dejar ver que su mente sustraída de la realidad está concentrada en la elección del 24, en vez de ocuparse en asuntos del gobierno que reclaman urgente atención.
Recesión, carestía, inflación, inseguridad, colapso del sistema de salud, amenazas de los poderosos vecinos del norte por violaciones al TLCAN, presupuesto son irrelevancias en las que no vale la pena distraerse. Él necesita ocuparse haciendo burla de los posibles candidatos del “bloque conservador”, imaginando cual entre todos podría derrocarlo.
Obsesionado con la elección, presenta la lista menospreciándolos, burlándose sin recato, con actitud del “matoncito” que denunció el ex presidente de Bolivia. “Tómenla” y suelta los nombres entreverados con risas sarcásticas, haciéndose el sorprendido en unos casos; fingiendo que los desconoce en otros. En ambos restando importancia.
Tras el acto guasón, el coro de insomnes hace la comparsa. Un “espontáneo” contribuye con su granito de arena: “falta uno, falta uno, Cabeza de Vaca” y él celebra la denostación, servida para cerrar con un “pero todavía no sabemos si es culpable o no. Es presunto”, como diciendo que caben también corruptos, delincuentes y hasta el “burro chon”. Ninguno vale.
Si tan seguro estuviese del triunfo en la próxima elección presidencial, ocuparía su tiempo en los asuntos del país o, experiencia de cuatro años, en la frivolidad del beisbol. En cambio consume el tiempo elucubrando con Beatriz, Esquer el de las bolsas, su secretaria desordenada, la tamalera del chipilín, su círculo de asesores políticos, sobre quien podría enfrentarlo el 24.
La realidad es que no puede retirar la elección de su mente aletargada –el video de las tortillas, la gasolina y el dólar es para declararlo inapto-. Es su fijación, está obsesionado, le angustia desconocer el resultado y, abandonado en esa angustia, gobierna pensando en sexenios posteriores. Es el Presidente que va del pasado al futuro sin atarse un instante al presente; cuando candidato resolvía los problemas del país, de presidente se ocupa del próximo sexenio ¿Cuándo atenderá los problemas del aquí y ahora?.
Existen razones justificadas para la obvia inseguridad que disfraza de sorna, menciono cinco: 1) Han ganado gubernatura tras gubernatura, pero en la única gran elección nacional, las intermedias para diputados, Morena y sus satélites perdieron por más de cuatro millones de votos contra la oposición; 2) La revocación de mandato, convertida en burda campaña pretendiendo su continuidad –“para que AMLO siga”- terminó siendo una farsa; 3) Las grietas que fracturan la unidad de su partido se ensanchas diario; 4) Su poder, como el de todo Presidente anterior, mengua al ritmo que se agota su sexenio.
En punto y aparte dejé la quinta razón porque podría ser el motivo de su enojo con los prospectos opositores; la gruesa capa de oxido que cubre a su corcholata favorita. Claudia Sheinbaum es una mujer apocada, incapaz de gobernar Ciudad de México, sin presencia nacional. La ven pasear un domingo en cualquier plaza pública, fuera de la Ciudad que gobierna, y la confunden con ordinaria turista desaliñada. Es una mujer sin personalidad, desprovista de carisma, sosa. Por si sola, no llega ni a regidora en alcaldía provinciana.
El único mérito, al menos el conocido públicamente, para ser la favorita, es la enorme capacidad de mimetizarse con el “destapador”. Si Claudia estuviese en el “bloque conservador”, en ella descargaría su irónico desdén y al mencionar su nombre soltaría la carcajada socarrona, preguntando “cómo se llama, cómo se llama ésta que dicen que es científica”. Como es su candidata, la que tiene reservada oficiar de su juanita, aplaude hasta su manera de vestir.
El vituperio que hace López Obrador de la oposición, describe a un hombre asustado, temeroso e inseguro. Le aterra la sola idea de verse marginado en las crónicas de la historia. Encuentra inadmisible esa posibilidad y, sintiéndose amenazado, ataca con la vulgaridad de un político en desuso queriendo someter al adversario con humillaciones y ultrajes. No se enganchen, el temor lo mueve.
Rompeolas
Y si, la lista de los 43 candidatos de la oposición también es un recurso distractor. “El Rey del Cash” lo tiene preocupado, por más que desacrediten a su autora, el testimonio denunciando la corrupción hecha oposición y después hecha gobierno, destempló su ánimo.