«Yo tomé la decisión personal. A mí no me puso nadie, fue una decisión colectiva con los pueblos»: Hugo Aguilar Ortiz.
¿Qué protagonista político, desconocido en Chihuahua, es capaz de obtener alrededor de 140 mil votos, equivalente al 46% de la votación, -de los 311 mil emitidos en todo el estado- sin, siquiera, haber efectuado una sola actividad proselitista en el estado?
¿Vamos, sin haber visitado, alguna vez, Chihuahua?
Pues sí, cosas de la era de la 4T; en Chihuahua, el nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Hugo Aguilar Ortiz, obtuvo 67 mil votos en Juárez, 34 mil 800 en Chihuahua, 15 mil en Delicias, 11 mil en Cuauhtémoc y 15 mil en Parral, en total, 142 mil 800 votos.
No solo eso, de acuerdo con la legislación, el flamante nuevo presidente de la Corte estaba impedido a contratar propaganda en los medios, incluidas las redes sociales, así como a contratar personal que distribuyera su publicidad, la que solo podía ser impresa (volantes).
¿Entonces, como fue que de la noche a la mañana decenas de miles de chihuahuenses llegaron a la ‘concienzuda’ decisión de votar por él, del mismo modo que otros 6 millones 100 mil votantes en todo el país?
¿Qué manos misteriosas, de qué personas, fueron capaces de distribuir cientos de miles de ‘acordeones’ en el ‘Estado Grande’, en los que se ‘sugería’ votar por él?
¿Lo hicieron sin paga alguna? ¿Todas esas brigadas que nos encontramos en alguna parte, en algún día de la pasada campaña?
¡Ah, es que era el ‘pueblo’ -si es que nos dejamos llevar por el discurso del nuevo presidente del máximo tribunal del país-, el que salió a las calles de todo México a repartir los acordeones que quien sabe quién mandó diseñar, imprimir y distribuir!
Y luego sale a decirnos que «no lo puso nadie», al término de la sesión en la que seis consejeros del INE (una de ellas -Carla Humphrey-, que al momento de votar lo hizo de manera contraria a todo lo que había expresado) habían revelado puntualmente la operación mediante la cual toda una maquinaria humana había logrado que los votos depositados en las urnas coincidieran en más del 80% de los acordeones distribuidos ¡En todo el país! Por la manos misteriosas (suponemos que de color guinda).
Estamos frente a un extraordinario fenómeno del ‘marketing’ político, no solo de México, sino del mundo entero, del que, por desgracia, ni el Bolsón de Mapimí nos salvó.
Sí, pues el licenciado Aguilar fue capaz de obtener el voto de miles que jamás habían escuchado su nombre y que depositaron su voto en las casillas instaladas en Chihuahua, coincidentes con los ‘acordeones del bienestar’ y que cinco consejeros encontraron como la causal -por la falta de emisión del voto “voto libre y voluntario” que exigen la Constitución y las leyes electorales, como condición indispensable para hablar de una elección legal, cierta y democrática- para proponer la declaratoria de No-Validez de la elección.
¿Cómo viene a decirnos este hombre, en su primer discurso, que a él «nadie lo puso», cuando hay evidencia plena, sobrada, que hubo toda una operación concertada para efectuar una inducción masiva del voto en su favor -y el de prácticamente todos sus compañeros de la Corte- que en el México de hoy solo lo puede hacer la 4T?
¿Cómo lanzar frases tan audaces si toda su actuación más reciente fue la de avalar los proyectos más emblemáticos de López Obrador, a pesar de las protestas y quejas de varias comunidades, tanto de la península yucateca, por la construcción del Tren Maya, como en el istmo de Tehuantepec, por el rediseño del Tren Transístmíco?
¿Cómo puede este hombre afirmar que con la elección -suya, de él- «se reivindica la división de poderes y se fortalece la independencia judicial…»?
Mal empieza su trabajo quien llega mintiéndole a la sociedad, más, si son sus propias palabras las que lo ubican: «… A mí no me puso nadie, fue una decisión colectiva con los pueblos, le doy mi testimonio, yo personalmente tomé la decisión porque era una oportunidad histórica para los pueblos indígenas».
¿Entonces, en qué quedamos? ¿Fue una decisión ‘colectiva’ de los pueblos? ¿O fue él -personalmente- quien tomó la decisión?
¿Será una oportunidad ‘histórica’ para los pueblos, o fue, simplemente, como tantas que han tomado para sí los integrantes de la clase política mexicana, la que él tomó, el indígena oaxaqueño que ni en el mundo hacíamos pero que descubrimos al abrir las boletas electorales, perdón, los acordeones del bienestar?
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Columna de Plata de la Asociación de Periodistas de Cd. Juárez (APCJ) 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023