Mintió cuando nos dijo que, de gobernar Morena, la gasolina costaría diez pesos y en vez de bajar subió de precio; mintió cuando anunció que rifaría el avión, hizo la rifa, vendió boletos y terminó vendiéndolo a otro gobierno; mintió cuando prometió, en su toma de protesta, que no tocaría al Poder Judicial y en vez de cumplir lo sacudió de raíz amoldándolo a su interés; mintió cuando dijo que nuestro Sistema de Salud “ya es el mejor del mundo”, mejor que Dinamarca, la realidad es que colapsa; mintió al ofrecer que Dos Bocas costaría ocho mil millones de dólares y refinaría en tres años, costó 21 mil millones y sigue sin refinar; mintió con que respetaría al INE y lo convirtió en extensión del gobierno; mintió al decir que no endeudaría al país y lo endeudó más que cualquier otro presidente antes que él; mintió cuando se comprometió a respetar la Constitución y la violó por sistema con la arbitrariedad de que “ a mi no me vengan con que la ley es la ley”. Mintió sobre corrupción, democracia, libertad, pobreza, narco, huachicol, justicia, covid, elecciones, médicos cubanos.
Durante su sexenio le comprobaron doscientas mil mentiras, prueba de lo que diría Porfirio Muñoz Ledo, una de las mentes mexicanas más brillantes de los últimos tiempos y quien lo trató durante años, que López Obrador “miente como respira”. Es el padre de un régimen asentado sobre una plataforma de mentiras flagrantes, cínicas y descabelladas que ha pronunciado durante décadas con maestría de pastor evangélico formado en las mejores escuelas de manipulación religiosa. Claudia Sheinbaum su mejor discípula, contribuye con arsenal propio al andamiaje de mentiras, demostrando que no se equivocó al elegirla, como si lo hizo Cárdenas con Ávila Camacho. Y no se equivocó, no al menos hasta hoy, la presidenta mintió con la línea doce del metro; mintió al presumir que “llegamos todas” y no llegó ni ella; mintió declarando que somos el país más democrático del mundo, por la elección judicial, y nos hizo el hazme reír de los acordeones; mintió cuando prometió estar al lado de las mujeres y se agachó frente a los abusos de Cuauhtémoc Blanco contra su media hermana.
Mienten con delirio compulsivo, por eso no creo cuando dicen que “nuestra posición siempre es en contra de la censura y a favor de la libertad de expresión, siempre”, tampoco creo cuando dice que “el gobierno de México está a favor de las libertades y del respeto a las garantías constitucionales, el derecho a la manifestación, el derecho a la libertad de expresión”. En esos términos se ha expresado la presidenta cada que llevan el tema a la mañanera, pero luce tan falsa como un billete de tres pesos porque, mientras dice defender la libertad de expresión, deja pasar la ley contra el “ciberacoso” en Puebla, propuesta del gobernador Armenta, Morena, queriendo acallar voces incómodas en las redes e ignora el abuso sistemático de la gobernadora Layda Sansores, Morena, contra la prensa independiente, llegando a extremos grotesco contra el colega Jorge González Valdéz, vinculado a proceso, impedido de hacer periodismo y condenado a pagar dos millones de pesos por supuesta incitación al odio en perjuicio de la gobernadora.
A este régimen, como a todos los de su catadura, debemos interpretarlo al revés: Cuando invocan la democracia, están pensando en dictadura; cuando hablan de libertades, legislan sobre censura; cuando presumen honestidad, se baten en corrupción; cuando se dicen austeros, nadan en lujos; cuando prometen aceptación y tolerancia, afilan cuchillos para la venganza. Si ofrecen dialogo es para ganar tiempo, si ofrecen paz preparan la guerra. Nadie lo ha dicho mejor que Margaret Thatcher: “un comunista, cuando habla miente; cuando calla, encubre; cuando tiene poder, roba; cuando pierde el poder, destruye. Así han construido su historia”. ¿Digan con absoluta sinceridad, señores devotos, si no es lo que hemos visto en estos siete años de gobierno populista en nuestro país?. Vista la involución política sin filtros ideológicos, es imposible llegar a conclusión diferente, es la historia mundial, con honrosas excepciones, (Michelle Bachalet, Pepe Mújica y unos cuantos más) de ese pensamiento criminal que destruye naciones, esclavizando o matando de hambre a sus habitantes.
Es la historia que transita nuestro país en los últimos años, nutrida en el mismo frenesí de mentiras históricas que, fatalmente, desembocan en la infame y atroz realidad de otras naciones: Las mentiras de hoy en Cuba son para justificar la falta de alimentos y los apagones, adormeciendo al pueblo con la dialéctica leninista mientras mueren de inanición. En Venezuela hablan de libertad y democracia, al tiempo que gobierno e ideólogos orgánicos justifican el descomunal fraude y persiguen a opositores. En Nicaragua expulsan o encarcelan, en nombre del patriotismo y la traición, a ciudadanos libres y atentan contra las religiones. Son las edades de la Revolución, el socialismo, la transformación o como quieran llamarle, una deriva evolutiva sin pausa hacia tiranías usualmente genocidas que degradan al ser humano, llevándolo a la miseria ética, económica, cultural. Son feroces dictaduras que se proclaman humanistas, en nuestro caso empezamos por el nombre: humanismo mexicano.
En nuestro país avanzan con prisa inusitada, desmontadas las instituciones electorales y sometidos los poderes Judicial y Legislativo al Ejecutivo, en su plan destructor les falta quitarnos la libertad de expresión. El próximo lunes querrán concluir el atentado final, penalizando el disenso, la libertad de expresión y la manifestación independiente en la iniciativa de Telecomunicaciones. A los mexicanos nos llegó el impulso populista tarde, feroz y con prisa. Cuando nos creíamos libres de su amenaza, abruptamente vimos levantarse desde las cenizas a los viejos fantasmas que asolaron al mundo el siglo pasado. Viendo lo que ven y oyendo lo que oyen, todavía hay ingenuos que se niegan a reconocerlo. La Libertad de Expresión es el único derecho que nos queda, no permitamos que también nos lo quiten.
