Cuando funcionarios más cercanos al segundo cargo en importancia política del país son tocados por sicarios del mal, es que muy pocos mexicanos estamos a salvo de las balas. Se pregunta uno qué tan empoderados y seguros están los criminales, para tener el atrevimiento de asesinar a la secretaría particular y al asesor jefe de la mujer que gobierna la Ciudad de México, Clara Brugada. La respuesta obvia es que mucho, si deciden enviar un mensaje de esa magnitud es porque están cómodos, envalentonados.
No sólo Brugada, también la presidenta Sheinbaum, las Fuerzas Armadas y las agencias nacionales de seguridad debieron tomar nota del atrevimiento. Se supone que las bandas criminales están siendo mermadas por la nueva estrategia de seguridad que cambió abrazos por balazos, y una mañana cualquiera nos explota la noticia de dos asesinatos políticos ocurridos al inicio de la jornada laboral, en la ciudad que por definición debería ser la más segura del país.
Fuerzas muy oscuras están incidiendo de manera directa en la política mexicana, tan osadas y violentas que tensaron el rostro de la presidenta, informada de las muertes durante su conferencia mañanera. Así observamos que Sheinbaum tardó minutos para procesar la terrible noticia recibida de García Harfuch, durante la transmisión en vivo. Impaciente el secretario, sin necesidad expuso frente a cámaras el rostro angustiado de la presidenta, pudiendo esperar a que terminase la transmisión.
Seis balas tronaron en la Calzada Tlalpan de la colonia Moderna, pero se escucharon alto y claro en Palacio Nacional y la embajada de los Estados Unidos. Con el país sumido en la violencia, hacer recuentos es perder tiempo, y sufriendo el acoso del gobierno norteamericano para que tropas de su país ingresen a territorio nacional, las muertes de los colaboradores estrella de Brugada, dos jóvenes en asenso, sólo traerán más problemas a la presidenta.
Y ahora, qué hacer, por una parte el Departamento de Estado filtra lo que hoy conocemos como la “Lista Marco”, por otra ella siente el peso de mantener invicto el pacto de impunidad jurado a López Obrador. Los poderosos intereses que mueven ambas posiciones son irreconciliables, está obligada a tomar una decisión; mantener su fidelidad absoluta a Tabasco/Palenque o satisfacer las exigencias de Miami.
Todos los días suceden asesinatos en racimo que, de no ser por que los mexicanos hemos normalizado la peor violencia, sería motivo de escándalo nacional. Las masacres más recientes sucedieron en Puebla, donde asesinaron a ocho policías y a un exagente, y en Guanajuato, con ocho sicarios muertos. Es noticia de todos los días, una masacre se sucede a otra, en Sinaloa los muertos y desaparecidos se cuentan por miles en los ocho meses que lleva la violenta guerra, igual en Guerrero, Chiapas, Tabasco, Michoacán, Estado de México. No hay momento de respiro.
Frente a la violencia evidente y desbordada, causa enojo la narrativa oficial de paz, de vamos a investigar, de no especulemos, de no adelantemos hechos. Un bla, bla, bla cínico y desobligado a modo de mampara que oculta el rostro más detestable del gobierno, un estribillo con fines tranquilizadores. Mantengan el discurso de la negación, pero la realidad los desmiente una y otra vez, los asesinatos de hoy sucedieron casi simultáneos al momento en que la secretaria de gobernación, Rosa Icela Rodríguez, mostraba en la pantalla mañanera videos con imágenes de comunidades remotas hasta donde el gobierno ha llevado los esfuerzos para construir la paz. La política de simulación, de aquí no pasa nada, de vamos re que te bien enseñada por López Obrador.
Hoy la presidenta Sheinbaum perdió todo margen de acción; o actúa de manera eficiente comprometida con la seguridad del país, de todos los mexicanos, o sigue protegiendo a la pandilla de corruptos que recibió por encargo del ex afincado en Palenque. En las próximas semanas y meses sabremos quien es más importante para Claudia Sheinbaum Pardo, López Obrador o el pueblo de México en cuyo nombre dice gobernar. No puede, nunca podrá, traer paz mientras mantenga el pacto de impunidad con gobernadores, alcaldes, funcionarios del gabinete, lideres de su partido. Es tiempo de ser la fría judía Sheinbaum y dejar en el armario sus enaguas de juanita.
Rompeolas
Noroña construyó su carrera política ofendiendo, injuriando, bloqueando calles y ahora se hace el muy finito. Lo que sucedió con el abogado Velazco, quien presumiblemente lo agredió y ofendió en la sala VIP de un aeropuerto, es una advertencia para todos los mexicanos libres, de hasta donde están dispuestos a llegar estos patanes del régimen. Usar su poder para humillar a un ciudadano de esa manera tan vil, es de seres miserables.
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Varios amigos y lectores que conocen el medio agropecuario, se reportaron para decir que los ganaderos mexicanos son timoratos para invertir, que prefieren la comodidad de vender el ganado en pie en vez de invertir en engordas, rastros y aprovechar la industrialización completa. Tienen razón, ese tema se ha discutido durante años y los ganaderos siguen en la comodidad de la exportación de becerros en pie. Hoy que su actividad está en riesgo, quizá sea tiempo de recuperar esa vieja conversación con seriedad.
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Pues nada, tengo que retractarme. Ayer escribí que Sheinbaum abrazó efusiva a la senadora Chávez pero ignoró al senador Loera, como si no existiese. Falso, consta en videos que la presidenta se acerca a Juan Carlos Loera, lo saluda con familiaridad de beso y apapacho, quedándose a platicar sobre un cuadro que le regaló el senador. No supe que decían, pero ella parecía sinceramente interesada en la explicación de Loera. De hecho, si por tiempo se trata dedicó más a Loera que a Chávez, a quien sólo abrazó y tan tan. Queda la aclaración, para el registro.
