*INE, el déspota avanza sin resistencia
*Oposición política en estado catatónico
*Hacer que paguen los estados, infamia
*Al PAN de Gabriel Díaz le falta carácter
La mayor amenaza contra la democracia mexicana no es el Presidente López Obrador. Desde que llegó al gobierno supimos que su principal objetivo es secuestrar los organismos electorales, convirtiéndolos en apéndices del régimen y a sus representantes en leales soldados de la transformación, reducidos a su interés de perpetuar el régimen populista que lo tiene enajenado.
También sabemos que desprecia las leyes y que durante su carrera las ha pisoteado sin consecuencias. Reventó pozos petroleros, tomó vías de comunicación, secuestró innumerables veces Ciudad de México, desacató el mandato judicial del famoso predio del desafuero, se burló de las leyes electorales en 20 años de permanente campaña financiada con la corrupción.
Lo dice con absoluta convicción “… y no me vengan con que la ley es la ley”. Sabe inequívocamente que por conductos democráticos y legales jamás podría conseguir el objetivo, la ciudadanía le quitó la mayoría calificada en la pasada elección, intentando poner freno a sus impulsos avasalladores.
Sin embargo, en el nombre de la transformación todo atropello se justifica, así que nadie puede decirse sinceramente sorprendido cuando despliega el poder de las instituciones de Justicia, el espionaje ilegal o los chantajes políticos contra sus adversarios, con tal de doblarlos para conseguir sus propósitos. Lo hizo a manera de ensayo con reformas menos relevantes ¿Por qué no lo haría tratándose de la puñalada final?.
Sus deseos son muy transparentes y predecibles sus acciones. En la retrograda visión hace lo que tiene que hacer, así destruya al país. Él está en lo correcto, concentrado en lo suyo; empodera a las fuerzas militares, alimenta su base electoral con ingentes cantidades de dinero, concentra el presupuesto, socava las instituciones, monopoliza la discusión pública.
¿Dónde está la oposición?. Lo que vemos objetivamente es una oposición azorada, timorata, ocupada en mezquinos y pequeños intereses personales, confrontada, traidora. Ante el enemigo común han sido incapaces de presentar un frente unido, con estrategia coherente y decidida. Todas las mañanas se burla o los insulta en cadena nacional y ellos en la dispersión absoluta.
Por eso digo que la mayor amenaza contra la democracia mexicana no es López Obrador, es la oposición incapaz de ofrecer resistencia al empuje despótico. Los electores hicimos nuestra parte quitándole la mayoría calificada en la Cámara de Diputados –en el senado nunca la tuvo-, pero los diputados que elegimos se doblan ante la sombra del dictador.
Estando en peligro la vida político-partidista como la conocemos desde el fin del partido hegemónico, me pregunto si los liderazgos de oposición se percatarán de que sus temores y mezquindades conllevan su desaparición. Hay muchos opositores bien plantados, desde luego, pero el dictador sólo necesita doblar a los más cobardes para conseguir sus planes.
Sí, el INE está bajo el mayor asedio de su corta historia y muchos de los que deberían defenderlo muestran síntomas catatónicos que los paraliza. Los ciudadanos tenemos la obligación de ofrecer resistencia, denunciando las trapacerías de López Obrador y la cobardía de los diputados que sucumben a sus chantajes. Hagamos fuerza común o una generación de mexicanos, al menos, verá cancelado su futuro.
Rompeolas
El Presidente López Obrador justificó el subsidio a las gasolinas con la razón de combatir la inflación. Su narrativa mañanera siempre fue falsa, el combate a la inflación es el pretexto perfecto, en realidad mantiene los subsidios por que, él mejor que nadie, conoce las consecuencias electorales de los “gasolinazos”. En campaña prometió una y mil veces bajar a la mitad el precio de la gasolina, como gobernante se desentendió de la promesa diciendo que su compromiso fue mantener los precios sin aumento ¿Cómo se hubiese visto si la gasolina alcanza los 27 o 28 pesos que, según expertos, debía tener sin el multimillonario subsidio? No hubiese encontrado distractor mañanero para mitigar la ola de criticas. Él ordenó distraer dinero pensando en evitar un degaste electoral insalvable y cuando llegó el momento de pagar las facturas, decide trasladarlas a los estados. Sabiéndose responsable, ¿se detuvo a pensar en ajustar los programas electorales del asistencialismo electorero? ¿reducir el lascivo chorro de dinero a las cuestionadas megaobras? ¿recortar presupuesto al proceso de militarización del país? Ni por un segundo, cargó la cuenta a los gobernadores. Esa decisión es una infamia, desde cualquier punto de vista.
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Al PAN de Chihuahua y concretamente a su presidente estatal, Gabriel Díaz, le falta carácter opositor. Desde su fundación y con frecuencia estando en el poder, lo que mejor hicieron fue denunciar, exhibir injusticias, exigir soluciones y ahora que más se ofrece su vasta cultura de resistencia opositora, el partido reacciona con pasmosa indiferencia ante uno de los peores atracos financieros que ha sufrido el estado en su historia reciente. Con independencia de si el recorte fue parejo, lo que sinceramente dudo, el golpe a las finanzas estatales es devastador y a Gabriel Díaz únicamente le alcanza para emitir un ordinario boletín lleno de lugares comunes condenando el hecho ¿Hasta ahí le alcanza su creatividad opositora? ¿En Serio? Con esos amigos, el gobierno panista de Chihuahua no necesita enemigos. El problema es que los tiene y muy poderosos, empezando por quien ve a los chihuahuenses como hijos del “conservadurismo terracista”.
