Ojinaga Chih.- En esta historia curiosa que Jesús relató en Mateo 12:43-45 y Lucas 11:24-26 acerca del espíritu inmundo que sale de un hombre (su casa), busca donde reposar y vuelve al mismo hombre con siete espíritus «peores que él primero, fue el texto usado por el Pastor Humberto Porras, en el mensaje ayer por la noche al iniciar la campaña y conferencias para hoy viernes desde las 8 de la mañana y hasta la 1 de la tarde en la Iglesia El Restaurador, y culto regular hoy por la tarde-noche desde las 6:30 donde el portador de la palabra será el hermano Renato Galione.
Un evento respaldado por la Alianza Evangélica Regional, el hermano Porras en si hablo de la obra que el diablo ha hecho en el mundo por siglos en el mundo brujería, alcoholismo, drogadicción, prostitución, homosexualismo entre otros que han puesto al mundo A LA DERIVA y la Iglesia esta estática por no decir que indiferente y estas conferías de liderazgo tienen el objetivo de que reaccionemos ante un mundo cada día más inmerso en el pecado.

En 1ª Juan 3:8 nos da la razón principal de la venida de Jesús al mundo: “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. Satanás estaba muy ocupado en su obra en este mundo, y cuando apareció el Hijo de Dios intensificó su actividad (véase Mateo 4:1-11; Lucas 4:41). La buena noticia es que el poder y la presencia de Jesús destruyen la obra del diablo.
Manteniendo la afirmación de las “obras del diablo” en su contexto, debemos leer todo lo que la precede: “Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.
El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:7-8). El apóstol Juan está hablando de la santidad personal.
El hijo de Dios vive en la justicia. Aquellos que viven en pecado continuo sin arrepentirse muestran ser hijos del diablo porque reflejan la naturaleza del diablo. El que tiene a Cristo habitando en él no continúa pecando porque Cristo vino a destruir las obras del diablo. Esas obras satánicas ya no tienen cabida en el corazón del creyente. Cristo vino a destruir las obras del diablo, y eso garantiza nuestra santificación.