No voy a recuperar las recomendaciones éticas que la presidenta Claudia Sheinbaum hizo a sus compañeros, en carta leída por la presidenta del Morena, Luisa María Alcalde, ante los integrantes del Consejo Nacional. Han sido reproducidas profusamente en la prensa nacional y hasta en algunos medios internacionales como El País. Fue tan clara y directa la presidenta que sólo faltó poner nombre y apellido de los destinatarios: Adán Augusto, Monreal, Noroña, Andrea Chávez, Haces y otros de igual catadura que han desafiado su poder.
Lo que infiero de su carta-amonestación es un primer intento por hacerse respetar al interior del Partido, donde sus mayores dirigentes la han tenido ninguneada y, literal, dado la espalda. Es la lucha por las candidaturas del 2027, cuando se renueven ¿quince gubernaturas? y la cámara de diputados. Ella observa que de seguir marginada no podrá colocar candidatos ni a regidores, el grupo Tabasco reclama control absoluto de las decisiones.
Algunos observadores nacionales interpretaron la carta como un manotazo de la presidenta a la dirigencia partidista. Estoy en desacuerdo, leyendo la extensa introducción es evidente que sigue obrando con timidez, enviando mensajes de somentimiento al liderazgo de López Obrador. Lo mencionó como ejemplo de liderazgo y virtud política en tres momentos diferentes del texto.
Se conformó, por ahora, con aprovechar los desplantes grotescos como uso de helicópteros, aviones privados, caravanas de vehículos blindados, viajes derrochadores, ropa y accesorios de marcas, corrupción, tiradero de dinero en campañas y otros excesos
de personajes encumbrados para rescatar la pedagogía política del expresidente y restregárselas en sus rostros. Recupera la narrativa hipócrita del pasado en su favor.
En el consejo anterior, al que acudió como presidenta electa, dijo que pondría en pausa su militancia y se abstendría de participar en las actividades del Partido. En el consejo de ayer se olvidó de aquella promesa prematura suplicando que la tomen en cuenta con el “espérenme tantito, no estoy pintada. Eso de alejarme era un decir”. Hace bien la presidenta, en el régimen de perfil dictatorial que construyen, sin Partido no hay gobierno y ahora mismo da la impresión que el Partido está siendo manejado por el expresidente, desde su falso retiro.
Tras las indisciplinas y los desplantes que la hacían menos como presidenta, Sheinbaum decidió dar un primer y osado paso, ¿Qué respuesta recibirá de los pelafustane(a)s interpelados?. Ahí está el punto, si consigue reencausar los ímpetus preelectorales y moderar apetitos nutridos en lujos, influyentismo, soberbia y corrupción que los ha caracterizado en los primeros años de régimen, habrá ganado una primer batalla.
Híjole, tengo dudas. Más bien creo que barbajanes como Adán Augusto, Monreal, Chávez, el junior que nunca ha trabajado, seguirán en lo suyo; el dispendio, los negocios amasados fuera de ley y la soberbia de sentirse invencibles. Actuarán como si la presidenta hubiese dirigido las recomendaciones a los militantes de Morena en Marte, ignorándola por completo.
La batalla pública por Morena empezó ayer en el Consejo Político Nacional, ¿en qué y cuándo terminará?. Nadie puede saberlo, pero tenga la seguridad de que habrá purgas, con independencia del grupo ganador. Es la historia, sin excepción, de todos los movimientos políticos. Terminarán ferozmente confrontados y, supongo, más pronto de lo que ellos mismos quisieran. Pronto empezaremos a ver los primeros caídos.
Rompeolas
¿Y ahora que hacemos, Adán?, habrá preguntado la senadora Chávez a su promotor y principal padrino político, Adán Augusto López, en cuanto Luisa María Alcalde terminó de leer la carta de Sheinbaum en la sesión del Consejo Nacional. Y éste, zarandeado también, respondería con un “no sé”, a mi también me tocó. Mejor preguntamos a tu amigo Mendieta. Todos los reproches (nepotismo, influyentismo, derroche, marcas, complicidad con grupos fácticos, soberbia, etc) de la presidenta le van perfectos a la estridente senadora. Véalos con detenimiento y estará de acuerdo en que cada uno le sientan como la ropa exclusiva que usa. A ver si después del Consejo de ayer sigue en campaña, retando a la presidenta todavía más. Quizá en su juventud e inexperiencia, Chávez no se ha percatado de que es un instrumento prescindible en la lucha por el poder al interior de Morena, en el que podría terminar despedazada.
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Javier Corral se ha convertido en uno de los asesores políticos de Andrea Chávez. Es una opción por eliminación: Con Cruz, ya sabemos, el odio es mutuo desde la lejana campaña del 2004, cuando uno iba por el gobierno y otro por la alcaldía juarita; con Ariadna Montiel no pudo entrar, la influyente secretaria no necesita de sus cuestionados servicios. No le quedó más que Chávez, donde obviamente está incómodo pues el que manda es Adán Augusto, confrontado con CSP a quien Corral quiere acercarse. Pero en sus rencores eternos y vilezas inflamadas decidió envenenar a la joven senadora, pensando que de llegar al gobierno actuará contra Maru Campos. Miseria humana del patán.