*¿En qué ocupan su mente los prisioneros?
*La relación simbiótica los pudre por dentro
*El “basta ya” jesuita desquicia al tlatoani
*El día que la marina dejó ir al “chueco”
*En cosa de horas regresará duarte a prisión
Quienes han pasado por esas, aseguran que lo más difícil de la prisión es mantener la mente ocupada, para no volverte loco. Debe ser una experiencia extrema, sobre todo en quienes gozaron de dinero y poder que les permitía viajar a cualquier parte del mundo, como César Duarte. Quiero ir a China, invento misión de negocios y vamos todos a conocer la Muralla; ahora se me antoja Japón, vayamos con el pretexto de abrir el mercado de la carne; me gusta París para ir de compras, organicen el viaje; amanecí con ganas de almorzar huevos de granja, preparen temprano el helicóptero para el Saucito.
Del glamur político y el dinero fácil huyó desesperadamente a un país extranjero sin hablar su lengua, pasando de gobernador a yonkero vip y después, cuando el destino lo alcanzó quedó detenido dos años en uno de los sistemas carcelarios más duros de los Estados Unidos, el segundo de los cuales en rigurosa vigilancia según han dicho sus cercanos, difícil conservar lucidez mental. Hoy le parece un logro extraordinario que lo trasladen, custodiado, de su celda en San Guillermo a un hospital privado. Hay diferencia, por eso sus abogados presionan o intentar sobornar a médicos para mantenerlo ahí.
¿En qué ocupa su mente Duarte, intentando mantener lucidez? Hoy supimos, pensando en Javier Corral. Le dedicó una extensa carta en la que lo acusa de proteger al “chueco”, de ser cómplice en el asesinato de Miroslava, entregar el estado a los grupos criminales, entre otras cosas. Y al cierre se victimiza: «Estoy consciente de los riesgos de estas declaraciones, pero hoy las asumo. Habré de demostrar mi inocencia, exhibir las falsas acusaciones y desenmascarar al más corrupto corruptor mentiroso, holgazán y protector de asesinos que haya Gobernado Chihuahua ese es Corral. No es la primera vez que enfrento retos enormes. Como gobernador asumí estos riesgos y logramos combatir con éxito la delincuencia en el estado». Los errores son del texto original.
Si el rencor tiene profundidad, desde lo más profundo de su rencor salió esa carta. Suelta todo de un jalón como pidiendo, implorando; “mírenlo a él, a Corral, es el gobernador corrupto y corruptor, el que destrozó al estado, el que regresó la violencia a las calles, su lucha contra la corrupción es una mentira, lo que hizo fue atacar a los enemigos políticos inocentes, como yo”. Puede que en muchas de sus acusaciones tenga razón, de hecho la tiene, pero no se percata de que la realidad lo invalida para poner a Corral de malo, asumiéndose él como bueno.
En otras entregas he dicho que Duarte y Corral son víctimas de una relación simbiótica que los pudre por dentro, uno no se explica sin el otro y entre ambos se consumen. En el guión de esta película no hay buenos, los protagonistas son dos malos y una gran víctima; la sociedad chihuahuense. Duarte debe aceptar que la sociedad lo juzgó antes de que dejase la gubernatura y lo declaró culpable, ahí están los resultados electorales. Mientras no reconozca que dejó endeudadas brutalmente las fianzas estatales y en el camino hizo una cuantiosa fortuna personal –nadie mejor conoce el monto de lo robado- será imposible que libere su alma de rencores. Víctimas algunos detenidos inocentes de su gobierno, él jamás.
Pero tiene razón, Corral no administró justicia, se obsesionó con una venganza delirante al punto de abandonar sus deberes con Chihuahua, posponiéndolos entre esa persecución delirante y su afición a la holgazanería. Dejó tiradas finanzas, salud, educación, comprometió la seguridad, se ilusionó con ser presidente, fantaseó con encarcelar a Peña, Beltrones y otros tiburones. Pensaba que esa sería la base de su campaña presidencial. También fue una administración demencial.
Lo que jamás hago en columnas, dar consejos. Va uno y para colmo no pedido: Si Duarte quiere que la sociedad deje de pensar en él como malo de la película, la manera más inteligente de lograrlo es guardar silencio, guardarse de la escena pública, tomar con dignidad el castigo que tiene bien merecido y dejar que Corral siga batiéndose en su egolatría. Con cartas como la de hoy consigue el efecto contrario, la gente no le cree ni media palabra de lo que dice. Lo tienen por corrupto y punto.
La paciencia es virtud de hombres atemperados, también Corral ha sido juzgado por la sociedad, está igualmente desprestigiado. Sin embargo, sustraído de la realidad, pide a gritos que lo presenten ante la Justicia. En una de esas se la cumplen. Paciencia, quizás mañana lo saquen de su celda para dar la bienvenida al nuevo y famoso inquilino.
Rompeolas
En el sistema carcelario ha trascendido que es cuestión de horas para que César Duarte regrese a su celda en San Guillermo. Sus abogados y él mismo quisieran que siga en el hospital, pero en Palacio no le darán el gusto. La hospitalización estuvo más que justificada, sin embargo va de vuelta, el veinte se acabó.
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El activismo de los jesuitas, sintetizado en un severo “basta ya”, está desquiciando al tlatoani. Siente que pierde la batalla mediática e intenta responsabilizar al gobierno local por no detener al “chueco”. De nada le han servido todos los consejos de seguridad, pues debería saber que apenas en abril pasado la Marina dejó en libertad al hoy famoso sicario. Lo tenían ubicado y rendido en su domicilio de Cerocahui y, como si hubiesen recibido de pronto una orden superior, se retiran dejándolo libre y vivo para que siguiese aterrorizando. ¿Por qué no lo detuvo la Marina, señor presidente? ¿Dio usted la orden de parar el operativo, como cuando ordenó liberar a Ovidio?. Suya es la estrategia, suya las facultades legales, suyo el mando de las fuerzas armadas, suya la responsabilidad.
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Ahora existe otra, ha trascendido que en el pueblo hay temor de que el “chueco” regrese un mal día a buscar venganza de quienes lo señalaron como responsable de los crímenes. Y sí, los jesuitas serían los primeros en su lista, ellos mostraron valentía para denunciarlo. Pero no son los únicos, se dice que al menos una familia huyó de la región, temerosa de que los asesinaran a todos o a varios de sus miembros. Así siguen las cosas allá, pese a la presencia militar.