El Paso Tex.- José María Calderón llegó a Estados Unidos como bracero y forjó su destino
Jaime Torres / El Diario de El Paso
Con música de trío y rodeado de sus hijos, nueras, nietos y bisnietos don José María Calderón apagó las velas de su pastel y abrió sus regalos para celebrar sus 103 años de vida.
En una convivencia familiar y de amigos, celebrada en la vivienda de su hijo Lázaro y su esposa Eva, ubicada en la zona Central, los organizadores prepararon una carne asada servida con sus guarniciones para disfrutar el inusual acontecimiento.
“Muy feliz. Nos sentimos muy felices de estar en estas épocas tan duras, en estos tiempos que Dios nos ha dado la oportunidad de seguir con vida y teniendo a mi abuelo con nosotros”, dijo José Rubén Rodríguez Calderón, nieto de don José María.
Desde el inicio del festejo tanto nietos como bisnietos recordaron gratas anécdotas que pasaron con su abuelo como lo cuenta su nieto José Rubén, quien desde chico y hasta la fecha lo llama con orgullo “apa’”.
“Cómo recuerdo de cuando tenía 8 años que saliendo de la escuela me iba al rancho, en Berino, Nuevo México, y me subía al tractor… y jugando de repente ‘flaqueaba’ el volante y se soltaba riendo. Yo me divertía mucho”, dijo José Rubén al resaltar otras vivencias de su infancia.
Pero también, como dice otro de sus nietos, el nativo de Villa Coronado, Chihuahua, representó para ellos una fuente de sabiduría y una mano amiga.
“Mi abuelo para nosotros fue un gran ejemplo, siempre era la persona, el pilar con el que siempre acudíamos para un consejo especializado por las vivencias que él tenía. Siempre veía el lado bueno de las cosas para orientarnos cuando se presentaba una situación”, expresó Luis Manuel.
Pará él, al igual que el resto de sus primos, el tener todavía a su abuelo es una satisfacción muy grande: “Poca gente puede contar que tiene a un familiar de más de cien años y con la salud que él tiene”, afirmó luego de agradecer al Creador el placer de tenerlo aún entre ellos.
“Cada vez que tenemos oportunidad celebramos gustosos con él porque no sabemos cuándo vaya ser la última celebración que podamos tenerlo entre nosotros”, dijo el hijo de Manuel Calderón, quien recordó la historia de su abuelo a su llegada a este país.
Y es que don José, al igual que millones de mexicanos, llegó a Estados Unidos dentro del Programa Bracero para trabajar la tierra y buscar nuevas oportunidades de vida para su esposa Ventura y sus seis hijos.
“Él llegó en el (19)45 y después mandó por nosotros en el ’50 para quedarnos en Ciudad Juárez”, dijo su hijo Lázaro, quien lo visita dos o tres veces por semana a la Casa de los Abuelos, lugar donde le dan asistencia.
Explicó que fue en la década de los cincuenta cuando se inscribió en el programa federal, un acuerdo binacional que patrocinó el cruce legal y temporal de alrededor de 4.5 millones de trabajadores provenientes de México a Estados Unidos para venir a trabajar la tierra.
Agregó que durante más de 10 años trabajó en diversos campos de cultivo y granjas asentados en los diversos condados de los estados de Texas, Nuevo México y California.
“Me gustaba mi trabajo”, dijo don José, quien también fue caballerango, al recordar levemente algunas de sus experiencias como campesino durante el período de la Segunda Guerra Mundial.
Su hijo Manuel, quien ingresó legalmente al país en la década de los ochenta, recordó muy bien de cuando lo llevaba a uno de los puentes internacionales para que fuera a trabajar a la labor.
“A mí me tocaba llevarlo al puente para que se fuera a trabajar a los campos, a la pisca del algodón, la cebolla o al mantenimiento de las vacas, de cuando trabajaba en un rancho”, dijo orgulloso quien también fue parte de la comunidad campesina.
Manuel, al igual que sus hermanos Lázaro, María y Fernando, quien no pudo asistir al evento, coincidió que su padre fue un hombre trabajador que como agricultor tuvo grandes satisfacciones y logró sacar adelante a su familia.
Entre pláticas y nostálgico don José María recordó y compartió sus andadas en las diversas cosechas de frutas y legumbres que realizó en los campos de la región y sobre todo sus paseos a caballo. “Me gustaba mucho montar”, dijo el abuelo de 21 nietos y bisabuelo de 45.
Don José María, quien procreó seis hijos –Lázaro, Fernando, Manuel, María, Teófilo y Bertha, los dos últimos ya fallecidos– con su esposa Ventura, quien murió en 1985, dijo ser un hombre feliz y agradecido con la vida, la cual ha vivido a plenitud.
“Tengo entendido que el secreto de la longevidad es el haberse creado muy rústicamente allá en el rancho comiendo frijolitos, maíz y mucha leche de cabra”, manifestó Lázaro al enfatizar que por fortuna goza de buena salud y no padece ninguna enfermedad.
Para su hija María, el estar presente en esta festividad, además de traerle un sinnúmero de recuerdos, le representó una gran felicidad al poder convivir con el pleno de la familia.
“Siempre fue un padre amoroso y consentidor. Siempre estaba con nosotros”, expresó la feliz hija, que espera en Dios celebrar más aniversarios de vida de su padre, quien se retiró de los campos algodoneros y nogaleros hace más de 30 años.
Fue así que entre pláticas, anécdotas y escuchando melodías como ‘Gema’, ‘Tres Regalos’ y las tradicionales ‘Mañanitas’, entre otras, interpretadas por el Trío Santa Rosa, de Tony Hernández, el festejado y sus invitados celebraron unidos el 103 aniversario de don José María, quien lució una camiseta alusiva a su cumpleaños por ser un papá ‘genial’ y un abuelo ‘maravilloso’. (Jaime Torres/El Diario de El Paso)