Reflexión semanal
En días pasados escuche que aquellos que se dedican al deporte del box, que cuando se están recibiendo golpes, no importa por donde vengan, la debilidad se siente en las piernas. El golpe puede ser en la cabeza, en el torso, en la mandíbula, pero la debilidad se siente en las piernas y se siente que se va a ir a la lona.
De manera similar, cuando alguien es golpeado en la vida por algún problema o circunstancia, resiste por un tiempo, y después, viene la debilidad, y el primer impulso, el deseo más fuerte es salir corriendo, dejarlo todo, darse por vencido. Pensamientos nos atacan diciéndonos que ya no podemos, que estamos débiles, que el enemigo (el problema) es grande. Y cuando nuestra cabeza está siendo golpeada por tales pensamientos, sentimos que las piernas se nos aflojan, nos desanimamos, ya ni siquiera queremos hacer nada. Nuestra alma se duele, nuestros sentimientos son heridos, perdemos la fe y la esperanza en las personas. En esos momentos mira hacia el norte, hacia el sur, al este y el oeste, y pareciera que no hay señal, que no hay puerta que se abra o esperanza que se asome.
En la historia hubo personajes que pasaron por situaciones similares o peores. Cuando Moisés debía de guiar al pueblo de Israel a la libertad, enfrentado a Faraón, su enemigo, se mantuvo firme. Dice la palabra de Dios: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Hebreos 11:27) Aprendamos a mirar aquellos momentos donde otros pasaron por situaciones difíciles, pero se atrevieron a creerle a Dios, se atrevieron a caminar no por vista sino por obediencia, sosteniéndose como uno que ve al Invisible Todopoderoso. Dice hebreos 12:1-2 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” Es una invitación divina a no poner nuestros ojos en esas situaciones, sino más bien a ponerlos en Cristo, y así mantenernos firmes.
En una ocasión Jesús les llamó la atención a sus discípulos diciendo: “Hasta cuando he de estar con ustedes”. Su queja venia como resultado de que no importaba cuanto Jesús hacía por ellos, en el momento de la prueba siempre les volvía a faltar la fe. No aprendían a mirar más allá del problema, siempre se quedaban en lo natural, no habían aprendido a ejercer su fe, que dicho sea de paso, nos permite ver más allá del momento. En Colosenses 3 “…Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Cuando miramos hacia el cielo nos recordamos que Él está allí en su trono dispuestos a auxiliaros. Recordamos que no estamos solos en la batalla. Quizá nuestra mente se sienta débil y dude por un momento por tantos golpes que ha recibido. Pero ahora podemos mirar por fe al Invisible, y tener esperanza.
Estimado lector, deseo terminar la reflexión de este día dejando este versículo de la palabra de Dios en su corazón: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. (Isaías 40:31)
Crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.