Se imaginó un libro que posiblemente no existe, pero que a él le hubiera encantado consultar
Como un atento y curioso observador del presente, pero con la imaginación propia de una mente literaria, el escritor Juan Villoro se imagina un libro que posiblemente no existe, pero que a él le hubiera encantado consultar.
“A mí me hubiera gustado muchísimo leer una crónica -tal vez exista, pero no la conozco- de una persona del siglo 15 que hubiera escrito un libro sobre cómo cambiaban las costumbres cuando se inventó la imprenta”, confesó en un encuentro que sostuvo este miércoles con sus lectores en las instalaciones de REFORMA.
Una crónica, prosiguió, que no hubiera sido escrita desde la óptica del historiador, sino desde el asombro de alguien que mira cómo un implemento tecnológico logró cambiar la forma de entender el mundo.”En ese momento se transformó la relación entre padres e hijos, la relación con la educación, con la Iglesia, con el Estado, con la posibilidad de leer cosas distintas, la relación con la legalidad”, enlistó.
La evocación de esta crónica tal vez nunca escrita, sirvió para introducir la apuesta de su más reciente libro, No soy un robot. La lectura y la sociedad digital (Anagrama), en el que reflexiona, precisamente, sobre otro punto de inflexión en la historia humana: el que se vive actualmente.
“Lo que vivimos nosotros con la realidad virtual hoy en día es muy similar. Somos los bárbaros de una nueva civilización: estamos aprendiendo a conducirnos con herramientas y tecnologías que no existían, y ya hemos creado una cantidad de manías, e incluso adicciones, respecto a estos objetos”, comparó.Se trata de una serie de reflexiones, dijo, que en gran parte proviene de los artículos que publica cada viernes en REFORMA, en la columna periodística y cultural que, en octubre, cumplirá 20 años.
Asombrado por su propio tiempo, Villoro (Ciudad de México, 1956) ha escrito extensamente, como un autodenominado “testigo casual”, sobre las transformaciones propulsadas por herramientas como los smartphones y por fenómenos como las redes sociales y la inteligencia artificial.”Me pareció que ya eran suficientes para hacer una reflexión más compleja del panorama en el que vivimos, y relacionar esto con el tema fundamental de mi oficio, que es la lectura”, planteó.Sin exageraciones ni catastrofismos, el autor sugiere que en esta época la sociedad vive inmersa en un nuevo sistema de lectura que describe como “atmosférica”.
“Nosotros de pronto leemos mensajes de texto, leemos un tuit, leemos un WhatsApp, aparece una alerta en computadora, subimos un elevador y hay una banda luminosa que nos notifica algo. Es decir, todo el tiempo estamos inmersos en la cultura de la letra, sin necesidad de estar leyendo libros”, evaluó.El título de su libro refleja, con humor y cierta ironía, el momento histórico que se vive, en el que constantemente se le pide a los usuarios de internet que acrediten su humanidad al darle click a la casilla que reza “No soy un robot”.”Es decir, la máquina nos acredita como humanos, una anticipación del tiempo que probablemente vendrá, donde las máquinas serán cada vez más importantes.
Entonces, ¿Qué significa ser humano hoy en día? ¿Y para qué nos sirve la lectura en esta condición de lo humano que se está transformando?”, ponderó.”Todas estas razones son las que me llevaron a tratar de demostrar, primero que nada, que yo no soy un robot, que todavía tengo condiciones humanas, pero que todavía estamos en una época en donde vale la pena preservar lo humano porque, sencillamente, está en peligro de extinción en buena parte de nuestras actividades”, destacó.
En la presentación de este ensayo, que consideró abiertamente “militante” sobre la vigencia y la importancia de los libros, Villoro abordó temas como la creación de estos objetos en su encarnación actual, la insistencia de los algoritmos para determinar los gustos de las personas, el pensamiento binario y reduccionista de las máquinas, y los intentos todavía infructuosos de la inteligencia artificial por sustituir la escritura literaria.
Al momento, explicó, las máquinas todavía no pueden representar los matrices y las contradicciones de los seres humanos, no tienen la capacidad de dudar de sí mismas, o de recapacitar, y son ajenas a prácticas literarias como la de transmutar un gran dolor o una gran tragedia en una manifestación de gran gozo estético.
“Yo creo que los libros, la literatura, sirven para que el ser humano se exprese en toda su complejidad y para qué, incluso, la contradicción pueda tener lugar. Hay muchas cosas en las que nosotros decimos ‘estoy de acuerdo con esto hasta cierto punto, pero estoy en contra por esta otra razón’ y puede haber un elemento ahí contradictorio, pero así somos nosotros; somos sujetos contradictorios”, abogó.Diálogo con sus lectores
Ya en diálogo con sus lectores, suscriptores también de este periódico, Villoro respondió preguntas como la de la profesora Verónica Estrada, quien le pidió sugerencias de cómo fomentar la escritura creativa y la corrección de textos de sus alumnos, ante el surgimiento de herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT, con el que a veces intentan hacer pasar textos como suyos.
“Yo creo que es muy importante hacer ejercicios con los alumnos ahí mismo en el salón de clases, y uno de los esenciales es, justamente, el que usted decía, la corrección, decir: ‘Ah, sí, hiciste este texto, ahora tu ejercicio es aquí, en el salón, escribir un final alterno.
Este texto debe terminar de otra manera y debe tener otra conclusión’. Ahí uno ve cómo el alumno lee ese texto, cómo reacciona y cómo ofrece una alternativa”, sugirió.Otro lector preguntó sobre cómo afrontar las situaciones políticas extraordinarias que ocurren actualmente en el País, a lo que Villoro respondió, con ejemplos de sus columnas, sobre situaciones que causan gran incertidumbre, como la Reforma al Poder Judicial, la “jubilación” del Presidente Andrés Manuel López Obrador y qué tanto se distanciará de él, o no, la Presidenta electa Claudia Sheinbaum.
“Todo esto para enfatizar que estoy totalmente de acuerdo en que es un horizonte que no sabemos hacia dónde va, pero la mejor manera de enfrentarlo es con sentido crítico, con lucidez y con independencia”, abogó.
“En esta charla, por ejemplo, hablábamos de las conductas binarias, y yo creo que los gobiernos populistas que ha habido recientemente en distintos países han aprovechado estas tecnologías, porque es ‘o estás conmigo o estás contra mí’, y en medio no hay nada, y yo creo que el pensamiento crítico, y lo que vale la pena, requiere de matices”, concluye.Una clase de pensamiento que es fomentada por la lectura humana de libros y de afirmar, como lo declara el título de su libro, que uno no es ningún robot.