“Siempre hacen más ruido
las latas vacías que las llenas.
Lo mismo ocurre con los cerebros”
RUMAN CAPOTE
Vivimos en un mundo muy ruidoso donde se hacen escuchar los más escandalosos, los cínicos y violentos. Lo decía Truman Capote, que son como las latas vacías, más estruendosas que las latas llenas. Lo hueco hace eco y lamentablemente, llega más lejos.
Claro que siempre han existido los ruidosos, pero la diferencia es que ahora hay cámaras de resonancia, amplias y extensas, que multiplican vertiginosamente por todos los rincones del mundo ocurrencias y disparates.
Entre esa disonancia de la llamada autopista del internet que en segundos van y vienen a velocidades enloquecedoras miles de millones de contenidos visuales y gráficos, excelentes, pésimos, ejemplares o deplorables, ya no hay lugar -ni tiempo- para pensar entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto o lo ilegal. Simplemente llega y en un constante abrir y cerrar de ojos, desfilan cientos de mensajes y contenidos que ni podemos leer, tal vez solo ver y de prisa y cuando menos pensamos, pasó y se fue la vida. Si, una vida líquida y hueca.
El italiano Umberto Eco, novelista, semiólogo y filósofo, fue uno de los pensadores destacados del siglo XX, muy conocido, entre otras obras, por la novela El nombre de la rosa, que también fue llevada la pantalla grande, falleció a los 84 años en 2016, pero dejó una serie de opiniones y posturas sobre internet y las redes sociales que, por el ruido de éstas, son ignoradas.
Producto de una cultura y generación del siglo pasado fue abiertamente crítico por su formación, su actividad, atravesada por internet llegó al grado extremo de decir que las redes sociales han dado el derecho de hablar a legiones de idiotas a la par de quienes son especialistas y estudiosas de diferentes temas.
“¿Sus posturas? Absolutamente críticas. Hay que entender que Eco, además de intelectual era un bibliófilo declarado. Es decir, creía absolutamente en la relación entre el objeto libro y las manos. Es lo que plantea Byung-Chul Han en No-Cosas, sobre el hecho de que las cosas existen mientras sean tangibles, y que en el mundo digital se tienen accesos más que cosas concretas”[1].
Tomemos de sus propias palabras lo que pensaba sobre el fenómeno de las redes sociales usando la metáfora de un borracho que fanfarronea, grita e insulta en una cantina, pero que no pasaba de ahí o de un mal sabor en su resaca. Con las redes sociales, cualquier “borracho” dice, agrede y vocifera, pero aquí no se queda entre las cuatro paredes de la cantina, sino que sale al mundo, literalmente, al mundo.
“En una conferencia en Milán, en 1991, defendió la idea de subrayar los libros como un eficiente método de lectura. Al amante de la lectura, o al estudioso, le encanta subrayar los libros contemporáneos, entre otras cosas porque, a distancia de años, un determinado tipo de subrayado, una señal en el margen, una variación entre rotulador negro y rotulador rojo, le recuerdan una experiencia de lectura”.
Por eso, a Eco le debió de incomodar un mundo hiperconectado y virtual. Sus posturas sobre las redes sociales fueron tajantes, publicó el periódico La Tercera en el 2022, al que acudimos para incluir en esta reflexión.
Decía que “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas”, dijo en el periódico La Stampa en junio de 2015.
“La televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de internet es que ha promocionado al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad” según el diario español ABC en abril de 2015.
“El fenómeno de Twitter es por una parte positivo, pensemos en China o en Erdogan. Hay quien llega a sostener que Auschwitz no habría sido posible con internet, porque la noticia se habría difundido viralmente. Pero por otra parte da derecho de palabra a legiones de imbéciles”, lo afirmó en un discurso en la Universidad de Turín.
“Internet puede haber tomado el puesto del periodismo malo… Si sabes que estás leyendo un periódico como El País, La República, Il Corriere della Sera, puedes pensar que existe un cierto control de la noticia y te fías. En cambio, si lees un periódico como aquellos ingleses de la tarde, sensacionalistas, no te fías. Con internet ocurre, al contrario: te fías de todo porque no sabes diferenciar la fuente acreditada de la disparatada. Piense tan solo en el éxito que tiene en internet cualquier página web que hable de complots o que se inventen historias absurdas: tienen un increíble seguimiento, de navegadores y de personas importantes que se las toman en serio”, dijo en El País.
“Hace un tiempo se podía saber la fuente de las noticias: agencia Reuters, AP, Tas…, igual que en los periódicos se puede saber su opción política. Con internet no sabes quién está hablando. Incluso Wikipedia, que está bien controlada. Usted es periodista, yo soy profesor de universidad, y si accedemos a una determinada página web podemos saber que está escrita por un loco, pero un chico no sabe si dice la verdad o si es mentira. Es un problema muy grave, que aún no está solucionado”, señaló en ABC.
En 1948 se dio a conocer una poesía póstuma de Max Ehrmann titulada Desiderata que años después fue recitada y grabada en varias partes del mundo. En México fue grabada por Jorge Lavat que con una voz potente y aterciopelada se volvió muy popular como si fuera filosofía de vida o forma de ser feliz.
Primero se escuchaba en la radio y luego se vendía como disco para quienes querían aprendérsela o escucharla muy seguido. El autor fue un filósofo alemán y la escribió en 1927, pero su esposa la hizo pública tres años después de su muerte.
Entre las ideas propuestas, destacaba una conseja que en las generaciones de ese entonces las tomaban en cuenta para la felicidad y paz en su alma.
“Camina plácido entre el ruido y la prisa y recuerda que la paz se puede encontrar en el silencio…”
En este mundo de ruido es imposible entender el estado y sentido del silencio porque la vida se mide quién habla más, de qué y con quién. Las redes sociales nos permiten tener unas bocinas que amplifican palabras y expresiones de asombro o disgusto. Las reuniones o los antros entre más ruidosas se piensan que el ambiente es mejor, aunque intenten hablar a gritos o señas. Hay bodas donde las bocinas son tan potentes que los invitados solo se ven de silla a silla o se dedican a ver a los bailadores porque es el ruido es el rey de la fiesta.
Otra idea de Desiderata decía: “evita a las personas ruidosas y agresivas, ya que son un fastidio para el espíritu”
Nuestro mundo está marcado por los escándalos, los ruidos mediáticos y sobre todo por los violentos. O como diría Umberto Eco, por “legiones de idiotas” que abusan del micrófono abierto y sin filtro de las redes sociales. Ahora, hasta delincuentes y criminales las usan para promocionarse o enviar mensajes y subir fotos.
Los líderes en varios países ya no son los grupos de opinión o presión, los influyentes o los famosos poderes fácticos. Ahora, quienes ejercen la ley de la violencia son los que mandan, con anuencia, temor o complicidad de varias autoridades y las redes sociales son el pandero de la época.
Lamentablemente, las latas como los cerebros vacíos son los ruidosos de nuestra época. Distrae más la atención cualquier desliz de los artistas o famosos que saben que por intrascendente o banal sea una frase o acción de su parte, las redes “se volverán locas” con millones de likes, siguiendo cada paso o evento esperando lo último o estrafalario.
La poesía Desiderata, que llama a evitar las personas ruidosas y agresivas que son un fastidio para el espíritu, concluye asi: “por eso debes estar en paz con Dios, cualquiera que sea tu idea de Él, y sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones, conserva la paz con tu alma en la bulliciosa confusión de la vida”
[1] https://www.latercera.com/culto/2022/01/05/umberto-eco-contra-las-redes-sociales-es-la-invasion-de-los-idiotas/