Más allá de filias o fobias contra el presidente López Obrador, a su estilo de gobernar y hacer política, incluso más allá de una evaluación objetiva y bien sustentada, sobre resultados en rubros como seguridad, economía o salud -las más cuestionadas por la oposición-, quedará para la historia, como una pesada losa sobre sus hombros, el reclutamiento de políticos verdaderamente impresentables para fortalecer su movimiento.
En el colmo del paroxismo pragmático, en la exaltación total de su ambición de poder por el poder mismo, no tuvo empacho alguno en “negociar” o aliarse con verdaderas lacras de la política quienes, por otro lado, tampoco acusaron el menor escrúpulo en aceptar el “perdón” de quien antes señalaban, criticaban y denostaban ferozmente, y todo por continuar dentro de la esfera del poder. El poder por el poder, solo para beneficio de un reducido círculo.
Al tenor de su famosa frase “nosotros no somos iguales, somos diferentes”, misma repitió hasta el cansancio en cada una de sus mil 435 mañaneras, pero terminaba haciendo precisamente eso que tanto criticaba como opositor y como gobernante. Exactamente lo mismo.
Manuel Barttlet, los Murat de Oaxaca, el Partido Verde con toda su pléyade de “negociantes” que han pactado servilmente con el PRI y el PAN en su momento, exgobernadores como Alfredo del Mazo y otros, la vergonzosa alianza con el PT fundado por Carlos Salinas y entregado como concesión a la familia Anaya, más recientemente los Yunes de Veracruz, son tan solo algunos de los nombres que harían que a cualquiera se le cayera la cara de vergüenza haciendo pactos con ellos.
Sin embargo, parece que el pueblo mexicano está dispuesto a perdonarle todo, absolutamente todo a López Obrador y lo que, para cualquier otro presidente en su misma situación, hubiese resultado un gran problema político y hasta jurídico, para el tabasqueño ha sido un auténtico día de campo, y el refrendo incondicional de la aprobación ciudadana hacia su gestión.
No entraré aquí al análisis sobre las causas de este exacerbado aprecio y reconocimiento de los mexicanos por el presidente, o de una muy amplia mayoría, porque no es el tema central de esta colaboración y solo se trata de resaltar que mucho de lo que hizo, o no hizo, AMLO estuvo soportado en esa inédita aprobación social de la que gozó los 6 años de su gobierno.
Ahora bien, los chihuahuenses hemos resultado directamente afectados por esa novedosa forma de hacer gobierno, realmente podemos considerarnos damnificados por la política “amistosa” de López Obrador hacia personajes que incluso han denostado febrilmente en su contra.
Es el caso del exgobernador, de origen paseño, porque juarense no es, Javier Corral Jurado a quien la 4T le obsequió tremendo escudo de impunidad con el fuero de senador de la República, algo que no podía haber sucedido sin el beneplácito total del “machuchón de Palacio”, parafraseando al mismo López Obrador, lo que le ha permitido al “gobernador huevón”, llamado así por los mismos chihuahuenses, burlar a la justicia de Chihuahua y evadir sus responsabilidades en el manejo de las finanzas estatales, consignadas ya en sendos expedientes de la Auditoría Superior del Estado, de la Fiscalía Anticorrupción y del Tribunal Estatal de Justicia Administrativa.
Ahora, desde el poder de su curul en el Senado, Corral embiste sin escrúpulo alguno contra quienes han documentado puntualmente actos que pueden ser constitutivos de delitos graves, y por los que tendría que estar respondiendo no ante el gobierno de Chihuahua, sino ante los tribunales encargados de impartir la justicia, de aplicar la ley, pero así, a la vista de todos, Corral se burla y evade esa justicia y esa ley.
Pero el obsequio del fuero no es todo lo que Morena y la 4T lo cobijaron, no, hay mucho más. Desde antes que se intentara ejercer la orden de aprehensión en su contra, en el restaurante Gin Gin de la CDMX, Corral ya contaba con protección de elementos federales, es decir, escoltas asignados al exgobernador sin desempeñar ningún cargo formal en alguna instancia de gobierno, lo que nos lleva a concluir que la misión de dichos escoltas en realidad era evitar que fuera aprehendido.
Pero más allá de esa teoría que, en realidad, no es más que una suposición, lo que sí ocurrió en los hechos fue la descarada e ilegal intervención del encargado de despacho de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX, Ulises Lara, asesorado en todo momento por el magistrado Julio Sabines, para evitar que gentes de la FACH cumplimentaran la orden de aprehensión contra Corral. Y eso pasó también ante la vista del país entero.
Es decir, en pocas palabras, autoridades de la CDMX se negaron a la colaboración a que están obligadas ante la orden de un juez, así lo establece el pacto federal, en este caso la aprehensión de Corral, pero como en ese momento aún no asumía como senador se la jugaron en frío impidiendo su captura lo que, desde ese momento, convirtió a Javier Corral en prófugo de la justicia chihuahuense.
Pero, no para ahí el “rosario” de ayudas y blindajes a Corral, momentos antes de que rindiera la protesta de ley, es decir antes de recibir la protección del fuero, personal de la Fiscalía Anticorrupción de Chihuahua se apersonaron en el Senado para notificar de la orden de aprehensión en contra del exgobernador, misma que cumple con todos los requerimientos que establece la ley, pero dicha diligencia fue totalmente ignorada por los funcionarios del Senado que también tenían la obligación de presentarlo.
Y para rematar con broche de oro, sus compañeros senadores de Morena lo eligen presidente de la Comisión de Justicia del Senado, así de ese tamaño la protección y encubrimiento de la 4T a quien está obligado, por Ley, a responder las acusaciones en su contra en tribunales del estado.
Ahora viene otro capítulo importante en toda esta telenovela de poder, corrupción, impunidad y encubrimiento, apenas el viernes el Tribunal Estatal de Justicia Administrativa determinó inhabilitar a Javier Corral Jurado por un año, para que no pueda ejercer cargo público alguno ¿qué hará el Senado? ¿Cómo reaccionará la 4T? ¿Qué hará Morena? ¿Lo van a seguir protegiendo?
A partir de esta sentencia, perfectamente acreditada dentro de un proceso judicial adecuado, al que Corral nunca se presentó, está imposibilitado judicialmente para desempeñar cualquier cargo público, lo que incluye el de senador de la República.
Desde luego que habrá quien insista en la protección del fuero como senador, pero ante eso solo se podría responder ¿por qué cualquier legislador protegido por el fuero, cuando es detenido conduciendo en estado de ebriedad, debe tramitar un amparo para obtener su libertad? Porque en materia administrativa no opera el fuero federal de los legisladores.
Incluso eso ya le ocurrió a Javier Corral antes, también siendo senador, cuando, conduciendo por las calles de la CDMX en notorio estado de ebriedad fue detenido por agentes y remitido al centro de detenciones denominado “El Torito”:
“El periódico Excélsior informó hoy que el senador Javier Corral cayó en días pasados a El Torito al superar los niveles máximos de alcohol. Sin embargo, no estuvo mucho tiempo ahí, pues gracias a un amparo salió menos de 9 horas después de haber sido remitido”.
“El senador ‘salió a las 10:40 horas del día 7 de marzo de 2015 con el amparo número 437/2015 del sexto juzgado de distrito en materia administrativa. Cumplió: 8 horas con 48 minutos. Falta por cumplir: 12 horas con 12 minutos’, señala la ficha del Centro de Sanciones Administrativas e Integración Social”. Joaquín López Dóriga, con información de Excélsior en 2015 (https://tinyurl.com/28b5ayc5).
Es decir, el fuero como senador que tenía en aquel entonces, al igual que el que tiene hoy, no lo amparan en materia administrativa. Pues nada, que ahí está de nuevo la pelota en la cancha de Morena y la 4T, a ver qué hacen con ella. Aquí veremos y diremos lo que suceda.