En una reaparición pública que rompió la tradición de silencio como ex Presidente, Ernesto Zedillo señaló ayer que la reforma al Poder Judicial “enterrará la democracia mexicana y lo que quede de su frágil Estado de derecho”
CDMX.- En una reaparición pública que rompió la tradición de silencio como ex Presidente, Ernesto Zedillo señaló ayer que la reforma al Poder Judicial “enterrará la democracia mexicana y lo que quede de su frágil Estado de derecho”.
Durante la reunión anual de la Asociación Internacional de Abogados, verificada en la Ciudad de México, el ex Mandatario priista dijo haber roto una autocensura a comentar los acontecimientos políticos del País para hablar de un “triste” acontecimiento.
“Nuestro Congreso federal acaba de aprobar -y ha sido ratificado por una mayoría de las legislaturas estatales-, un conjunto de reformas constitucionales que destruirán el Poder Judicial y, con ello, enterrarán la democracia mexicana y lo que quede de su frágil Estado de derecho.”Su intención es simplemente arrasar con el Poder Judicial como entidad independiente y profesional, y transformarlo en un servidor de quienes detentan y concentran el poder político”, consideró Zedillo.
Admitió que la estabilidad política, con el dominio de un solo partido, el PRI, produjo un progreso económico y social significativo durante varias décadas, pero también tuvo un alto costo: un ejercicio del poder sin control, sin contrapesos y arbitrario.
Recordó que las reformas impulsadas durante su gestión: la reforma judicial de 1994 y la electoral de 1996, buscaban consolidar la democracia, a través de la existencia de contrapesos.”México no contaba con una auténtica democracia porque el Gobierno tenía la opción de ejercer el poder de manera arbitraria y errónea, con total impunidad jurídica y política, debido a la ausencia de controles y contrapesos adecuados en el Congreso y el Poder Judicial.
“Los presidentes que emprendieron reformas para renovar completamente la integración de la Corte, dejaron por escrito que su intención era conformar una Corte que se adaptara a los actos y políticas del Ejecutivo. En cambio, tal como fue diseñada e implementada la reforma de 1994, el objetivo era precisamente el opuesto: establecer una Corte verdaderamente independiente, nunca subordinada al Ejecutivo”, reseñó el ex Presidente.
Destacó que gracias a la reforma de 1996, los ciudadanos de la Ciudad de México obtuvieron el derecho a elegir democráticamente a su Jefe de Gobierno, algo que antes correspondía al Presidente en turno.”En virtud de esa reforma, tanto el actual Presidente de México como la próxima Presidenta fueron elegidos democráticamente para dirigir el gobierno de la ciudad. La reforma de 1996 estableció las condiciones para que México tuviera por fin elecciones competitivas, imparciales y justas; en una palabra, impecables, como me había comprometido.”
Esa reforma, junto con la reforma al Poder Judicial de 1994, proporcionó las condiciones para una democracia con una verdadera división de poderes y una Presidencia efectivamente equilibrada por los otros poderes del Estado. Ello marcó el fin de la presidencia autocrática y abusiva, y la ansiada llegada de una presidencia verdaderamente democrática”, sostuvo.
Reprochó cómo el actual Gobierno ha emprendido en contra de la desarticulación del INE y el Tribunal Electoral, lo cual ha comenzado con el nombramiento de funcionarios afines a su visión política, dijo.”Prueba de esta reprobable condición quedó demostrada con claridad en las recientes sentencias del INE y del Tribunal Electoral, que otorgaron al partido oficial y a sus socios de coalición el 74 por ciento de los escaños en la Cámara de Diputados, pese a haber obtenido el 52 por ciento de los escaños.