A pesar de las manifestaciones de soberbia electoral que pudieran expresar en público dirigentes, candidatos y bases de los dos bloques partidarios que se enfrentarán en las elecciones del próximo año -y no solo en el ámbito nacional, también en el local- lo cierto es que protagonizarán una muy pareja contienda.
El retroceso democrático es por igual, en las dos alianzas el mecanismo de selección de candidatos será el de las encuestas.
Quien lo iba a decir, que el método mercantilista se impondría -o las dirigencias partidistas lo impusieron- para sustituir el -ustedes perdonen la digresión- insustituible mecanismo de las elecciones para designar candidatos, dirigentes y gobernantes; ahora será el muy «democrático» avance, el de la realización de encuestas, para que «el pueblo decida», como repiten sin pena alguna López Obrador, Mario Delgado, el dirigente morenista y repetido sin cesar por cientos, acaso miles, de seguidores del presidente.
El retroceso es generalizado.
Cinco años atrás, en el PAN Chihuahua se resolvió que la elección del candidato a gobernador fuera por elección de los miembros del partido; ahora, en cambio, la gobernadora propuso en el Consejo Estatal que fuera por designación, luego de encuestas ¡Ganó por unanimidad!
Ambas coaliciones recogerán, por primera ocasión, resultados electorales que estarán influidos por sus respectivos ejercicios de gobierno.
Si bien la calificación a los gobernantes es un importante factor a la hora en que el elector define su voto (casi siempre en la casilla electoral) no lo es todo; influyen en ello una buena cantidad de cosas, probablemente en esta ocasión será casi determinante.
Los mexicanos harán un balance del gobierno de la 4T, en él incluirán la evaluación acerca de los modos en que designó a su candidata y resolverán si le dan continuidad en el gobierno a los morenistas.
A su vez, los chihuahuenses tendrán oportunidad de evaluar electoralmente al gobierno de Maru Campos.
Será muy importante este factor, pero las elecciones del inminente nuevo año repetirán, en lo fundamental, la correlación de fuerzas existente en la entidad desde las elecciones del 2018; con diferencias, algunas de ellas muy grandes, pero el rasgo central es la hegemonía de los panistas en la capital del estado y la de los morenistas en el antiguo Paso del Norte.
A seis meses de la elección no parece que haya cambiado tal correlación de fuerzas en las dos principales urbes de Chihuahua: Morena apabullará a los candidatos de PRI-PAN en Juárez, probablemente en todos los distritos federales y locales.
A su vez, esta coalición, muy probablemente haga lo mismo en la capital.
Sin embargo, a diferencia del 2021, hay algunas novedades, la primera de ellas es el crecimiento -qué tanto, lo sabremos a la mañana siguiente de las elecciones- de Morena, en el estado, pero especialmente en las cabeceras municipales de Delicias, Parral y Cuauhtémoc.
El crecimiento de Morena se explica a partir de varios factores, entre ellos fundamentalmente la influencia generada por los programas del bienestar que en muchas personas despierta un razonable sentimiento de agradecimiento, porque se identifican los programas con la figura del presidente López Obrador y éste lo ha sabido utilizar, en beneficio de la 4T.
«No había antes (esos programas), ahora por lo menos no se roban ese dinero», es una frase harto repetida que ilustra, no la decisión de votar por Morena en este momento, pero que evidencia las muy elevadas probabilidades de que sí lo hagan por el partido del presidente cuando estén en la casilla.
A los programas los identifican como «los del presidente», de ninguna manera como una prebenda constitucional, obligatoria y, por lo tanto, mucha gente cree que pueden estar en riesgo de perderlas si accediera al poder otro partido.
Si en el ámbito federal tiene importancia la disputa por las diputaciones y las senadurías, en el ámbito local no la tiene menos, incluso superior, pues del resultado de la elección de diputados locales dependerá el rumbo del gobierno de Maru Campos.
Pero a diferencia de Morena, el PAN tiene en la elección local uno de los mayores retos pues, de acuerdo a como se ve la correlación de fuerzas estatal, está casi en el aire la definición de qué coalición tendrá la mayoría en el Congreso del Estado. Para el PAN es asunto de vida o muerte electoral; estará en juego la gobernabilidad en manos de Maru Campos.
Si acaso Morena (y sus aliados) la tuviera, sería la segunda ocasión en que la mayoría legislativa (o por lo menos la primera minoría) fuera diferente a la del origen político del gobernador y, como en la segunda mitad del gobierno de Pancho Barrio, podríamos asistir a un continuo enfrentamiento, en aquel entonces entre la mayoría legislativa priista y el gobernante panista.
Cosas de la política, los protagonistas de entonces, Fernando Baeza y Barrio, discurren con frecuencia en Palacio al llamado de Maru, al lado de los otros dos ex gobernadores convocados, Patricio Martínez y Reyes Baeza. Grupo con el cual se reunió la precandidata Xóchitl Gálvez.
¿Cuántos votos le aportarán los ex gobernadores? No apunta a que sean muchos.
Tiene, además, la contienda local, mucho de futurismo. Los alcaldes Marco Bonilla y Cruz Pérez Cuéllar, de obtener su respectiva reelección, serán los más serios aspirantes a ocupar la candidatura de sus partidos para la gubernatura del 2027.
No hay en el escenario político, quizá con más ruido en Morena, algo que les impida ser los candidatos a sus respectivas alcaldías y ganar contundentemente.
Con aspirantes tan fuertes electoralmente quienes llegaran a ocupar las candidaturas a las senadurías, de ambas coaliciones, podrían considerárseles con menores posibilidades de ser los candidatos al gobierno.
Claro que todo puede pasar en los próximos dos años y medio y entonces Daniela Álvarez, Mario Vázquez, Tony Meléndez y Manque Granados, del lado de PAN-PRI, cualquiera que arribara al senado estarían en aquel supuesto.
Lo mismo podría ocurrir en Morena y aliados. Andrea Chávez, Rosana Díaz, Susana Prieto y Teto Murguía serían aspirantes con menores posibilidades que Pérez Cuéllar, si este refrendara en Juárez.
Aunque si Murguía lograse convertirse en senador deberá tomársele muy en cuenta y hasta podríamos (¿Porqué no? Estamos hablando de la ínclita clase política mexicana) asistir al ‘extraño’ retorno del Teto Murguía.
Ahora bien, partiendo del supuesto que Morena ganara los 9 distritos de Juárez y el PAN los 5 de Chihuahua, entonces la alianza gubernamental estaría obligada a ganar los distritos de Delicias, Camargo, Cuauhtémoc y Meoqui en los que en las elecciones anteriores (2018 y 2021) tuvo una clara ventaja sobre la coalición del presidente.
Con ellos apenas empataría los de Juárez de Morena, pero ésta, aparentemente lleva ventaja en los distritos de Nuevo Casas Grandes y Guerrero con lo que podría convertirse en la primera minoría del Congreso pues llegaría a la mitad de las diputaciones, de ahí que ganar cualquiera de los distritos del noroeste es primordial para ambas fuerzas.
El distrito de Parral, que en el papel pudiera obtenerlo Movimiento Ciudadano adquiere, por tanto, una gran importancia.
Otra opción sería la de arrancar un distrito a la otra fuerza, ahí en donde es hegemónica. Ambos bloques lo intentarán con todos sus esfuerzos, quien lo logre podrá contar en sus alforjas el control político del Congreso en el trienio final del gobierno de Maru Campos.
Así, la alianza del Frente Amplio por México buscará refrendar el triunfo en el distrito 5 de Juárez, el único que lograran en 2021 con Marisela Terrazas.
Y por otro lado, la de Juntos Haremos Historia buscará con denuedo ganar el 12 de la capital (el de menor ventaja del PAN en la elección pasada), incluso, por ese distrito podría aparecer el ex alcalde Marco Adán Quezada, que en 2021 fue vencido por Marco Bonilla.
Con el añadido de que si se acata lo resuelto por el IEE en el sentido de que en el distrito de Guachochi (22) los candidatos deberán pertenecer a una etnia, ahí dependerá en mayor grado de los candidatos a quien se le otorgue el triunfo.
Nada está resuelto, será una contienda en plena «normalidad» democrática, su rasgo distintivo será la incertidumbre electoral.
Columna de Plata-APCJ: 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023
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