Reflexión semanal
El mundo está lleno de sin sabores, y muchos hogares se encuentran en crisis. La palabra de Dios nos enseña que “Dios es amor” y que “Él nos ama” y así es. Ahora nuestro deber es corresponder adecuadamente a ese amor incondicional (Mateo 22:37-38) Una manera de amar a Dios es manteniendo Su palabra en nuestro corazón memorizándola, meditando en ella y aplicándola a nuestra vida cotidiana.
En seguida es, enseñar la palabra de Dios a la familia. “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deut. 6:7) La enseñanza de la palabra de Dios en el hogar debe ser tema de conversación tanto dentro como fuera de la casa, desde el inicio del día hasta el fin del mismo. Cuando enseñamos y vivimos la palabra de Dios en el hogar, los estamos preparando para vivir bien en medio de la sociedad sin salpicarse del lodo del mundo, y damos a la sociedad hombres y mujeres de bien que aman a Dios, aman la vida, aman a su próximo como así mismos.
Hablemos, enseñemos y vivamos en casa los principios del reino de Dios. La idea no es darles una conferencia religiosa ni una paliza con la biblia. Hable con los hijos de la palabra de Dios amenamente así como plática con ellos de su programa favorito.
Jesús nos enseñó a orar, entre otras cosas “…venga tu reino sobre la tierra y sea hecha tu voluntad…”. Y tierra no es el globo terráqueo. Tierra soy yo, tierra es mi familia, pues fuimos formados del polvo de la tierra. Entonces la idea es que venga el reino de Dios a mí, a mí familia.
Para que el reino de Dios venga a la familia, debemos de presentar a la familia a Dios, y a Dios a la familia. El amor de Dios en el hogar cambia el hogar, y por ende, cambiara la atmosfera de la sociedad. Y mientras sea hecha la voluntad de Dios en mí vida y en mí familia, las cosas serán mucho mejor.
Estimado lector, dejemos que Dios edifique la familia. Dios puede sanar cualquier herida en la familia. Él puede restaurar, renovar o levantar un hogar que ha sido dañado. El reino viene no para que se haga mi voluntad, ni la voluntad del mundo, ni la voluntad de la carne, ni la voluntad del enemigo, sino Su voluntad.
Cuando el reino de Dios es establecido en la familia, el reino del dolor es removido, el reino de los resentimientos es removido, el reino de la soledad es removido, el reino de la tribulación es removido, el reino de la tristeza es removido, y cualquier otro reino que no sea el de Dios, es removido. El reino de Dios se establece con amor, gozo, bienestar, armonía, paz, alegría etc.
Hagamos que la familia viva a la manera del cielo y habrá provisión para toda necesidad. En mateo 6:31-33 dice: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y u día vaya al cielo.